En
el preciso instante en que Blair vio por primera vez lo que parecía
ser el muro de un extraño y amplio recinto cerca de su escuela, su
quinceañera cabeza se empezó a llenar de teorías y especulaciones
inquietantes que describían detalladamente como era o debía ser lo
que se ocultaba detrás de esa vieja y musgosa pared de ladrillos.
Su
obsesión era tal, que esos bocetos que se proyectaban en su mente
joven sobre los lugares inimaginables que se escondían allí detrás,
le empezaron a aparecer en sueños, en la escuela e incluso en sus
ratos libres, que él invertía jugando con el balón. Allí donde
Blair miraba, había una misteriosa brisa que le suplicaba cruzar
ese muro.
El
chico tenía muchos amigos, buenos amigos y amigos sencillamente
amigables. Pero aún tenerlos, él jamás les había tenido la
suficiente confianza cómo para hablarles sobre esa extraña burbuja
de curiosidad que le había invadido por dentro durante los últimos
meses. Temía ser tomado por estúpido o infantil pero sobretodo,
temía convertirse en un objetivo de burlas ganándose un detestable
apodo como “Señor muro” o “salta vallas”, así que esta vez, como
muchas otras, decidió tomarse la aventura por su propia cuenta y
adentrarse a lo desconocido en compañía de su espíritu soñador y
armado solamente con el simple deseo de vivir una nueva experiencia.
Y
la cosa fue así, una vez finalizadas las interminables clases de un
viernes de marzo, el chico se abrió paso entre los matorrales del
campo abandonado que separaba la civilización de los inhóspitos
paisajes de las afueras de la ciudad. Y en cuestión de minutos,
Blair se encontraba cara a cara con el origen de todas sus
inquietudes.
Contempló
brevemente los graffiti que teñían la pared de palabras malsonantes e incomprensibles, e incluso se llegó a reír con lo que parecía
ser el dibujo de un perro motorista. Una vez leídas todas las
barbaridades grabadas en la pared, el chico se dio cuenta que si no
se daba prisa, su consciencia empezaría a entrometerse donde no
debía. Y como algo inevitable, así fue; por un instante, el chico
se encontró de nuevo con pensamientos que él mismo se había
obligado a ignorar, sobre cosas terribles que podían aguardarle tras
escalar esos ladrillos grises y sucios. Pero como mentalmente se
sentía más preparado que nunca antes, se borró de nuevo todas esas
escabrosas paranoias y dejó la curiosidad al mando de sus acciones.
Dejó su mochila encima de una roca, también infestada de dibujos y
garabatos, y vigilando de no cortarse con los fragmentos de ladrillo
que sobresalían de la pared, alzó su pierna izquierda para apoyarla firmemente en el muro mientras sus manos se agarraban con fuerza en
la cima. Solo bastó un pequeño impulso para conseguir que su cuerpo
abandonase el suelo firme y quedase completamente a merced de sus
brazos, desafiando a la gravedad.
Antes
de llegar arriba, Blair se dio cuenta de que desde ese punto alto del
bosque, se podía ver como las olas salpicaban violentamente al
impactar con un acantilado de rocas afiladas cerca de su paradero,
mientras el sol se escondía en el horizonte. Cogió aire de nuevo, y
con una fuerza que ni él creía poseer, terminó de subirse. Pero su
impulso fue tan grande, que no estuvo a tiempo de frenarse en la
cima, y se precipitó en picado hacia el deseado “otro lado” del
muro.
Lo
primero que oyó tras recuperar la consciencia, fue el potente sonido
de un motor rugiendo a la distancia. Un sonido que incitó al joven
Blair a apresurarse a abrir los ojos y reorganizar su cabeza
desordenada por la caída. Pero
las mayores sorpresas llegaron a continuación. Cuando el muchacho se
recompuso y consiguió mantenerse firme en un extraño suelo de
baldosas azules y grises, su rostro consiguió reflejar una
admiración que ya había olvidado tras tantos años de pesada
rutina, pues delante suyo se presentaba la colosal imagen llena de
luces parpadeantes de un inmenso parque de atracciones.
Blair
no creía lo que veía. Su desconfianza por sus propios ojos llegó a
tal extremo que se frotó con fuerza sus parpados rojizos y hasta se
llegó a golpear una pequeña palmada en la frente. Pero el parque
seguía allí, con sus vivas luces y una misteriosa atmósfera de
felicidad y libertad. Y entre los largos raíles rojos de una montaña
rusa deslumbraba un alegre cartel en el que ponía con letras
brillantes: “Bienvenido al Parque de la Media Noche”.
El
adolescente estaba totalmente fascinado, y sus palabras se
atragantaban en su garganta, pero más allá de este fuerte
sentimiento, se ocultaba una curiosidad roedora que le llevaba a
preguntarse porqué un parque de tales dimensiones, de tal festivo
ambiente y de tal increíble belleza no era conocido en su ciudad, y
aún más, ¿Porqué no lo había podido ver ni oír desde el otro lado
del muro?
Su
primer paso hacia el parque fue extraño, sus piernas parecían mucho
más ligeras de lo que eran normalmente, pero a medida que avanzaba,
su cuerpo se adaptaba de nuevo a la realidad a la que se enfrentaba.
Ya
era de noche, pero esto no preocupaba a Blair porqué sus padres
confiaban en que se quedaría a dormir en casa de su mejor amigo, así
que sin ningún escrúpulo más, él avanzó hasta encontrarse justo
debajo del gran cartel del establecimiento. De repente alguien le
tocó la espalda provocando al chico un sonoro susto que rápidamente
se esparció entre los múltiples sonidos de las atracciones en
marcha. El misterioso individuo de detrás suyo también se asustó
con la reacción de Blair.
Pero
la sorpresa del chico fue mayor al girarse y encontrarse a un payaso
de piel maquillada de blanco con varias marcas de un color rojo
descolorido en los labios y en la nariz. Por un momento Blair pensó
en huir, pero aun su disgusto por los payasos que ya arrastraba desde
su infancia, optó por quedarse paralizado mientras el payaso le
analizaba con sus ojos inquietos.
El
payaso siguió inspeccionando al muchacho como si buscara alguna
cosa, la cuál no se atrevía a preguntar. Miró al chico de frente,
de lado y no paró hasta escanearlo por la espalda. Cuando el payaso
terminó su búsqueda, satisfecho o no, regresó delante del chico
con una expresión muy triste; tan triste que hasta el muchacho llegó a
creer que le había ofendido de algún modo sin querer. “¿A caso
debía haber reído?” se preguntaba Blair, pero entonces el payaso
pasó su mano abierta enfrente de su propio rostro mal teñido, y tras
esta acción su cara se transformó en una sonrisa contagiosa, o al
menos esto quiso simular. Pocos segundos después, el payaso dijo con
una aguda voz forzada: “Bienvenido Blair, Bienvenido al Parque de
la Media Noche”.
El
chico tenía tantas preguntas en mente que se peleaban para salir de
su boca, que solo pudo sacar un “¿Como sabes mi nombre?”. El
payaso se limitó a responder con un enigmático: “No te sorprendas
aún; las sorpresas todavía están por llegar”.
Ambos
individuos se adentraron en las profundidades del parque lleno de
gente, y por alguna razón que el chico desconocía y sinceramente,
le asustaba, todas las personas que se encontraban allí, adultos,
jóvenes e incluso niños, llevaban una mascara plateada de nariz
larga y puntiaguda. Un tanto amenazadoras. “¿No hay ninguna para
mi?” el chico le preguntó al payaso con el tono más “vacilón”
que pudo imitar. “No todavía” respondió él secamente.
El
payaso siguió andando seguido por Blair, que cada vez entendía
menos lo que estaba pasando en ese momento. De repente el adolescente
oyó un sonido familiar, un sonido que ya había oído antes aunque
sin embargo, no sabía exactamente de que se trataba, pues ese sonido
era aquel misterioso rugido de motor que había oído al despertar en
el parque, y tenia la efímera sensación de que le estaba
advirtiendo de alguna cosa.
Los
dos llegaron a una especie de barracón de cemento decorado con
detallados mosaicos egipcios llamado la “Tumba de Anubis”. Allí
se encontraron con dos hombres, también enmascarados, que protegían
lo que parecía ser la entrada del local; una puerta ancha de acero.
El payaso dejo al chico por un instante para hablar con los
centinelas, y en cuestión de minutos, ya estaba de vuelta,
aparentemente un poco cabreado con los dos personajes. “Tendremos
que esperar un par de horas” le dijo a Blair dejando de lado su
falsa voz de estúpido payaso de circo.
Esas
dos horas fueron bien invertidas; el payaso dejó que el muchacho se
montara en varias atracciones del parque hasta que el momento llegó,
y el payaso llamó a Blair. Él obedeció. Los dos andando a paso
constante llegaron de nuevo al edificio de la puerta de metal. No fue
hasta entonces, por extraño que parezca, que Blair empezó a
desconfiar por primera vez. “Creo que ya debería volver a casa”
dijo un tanto preocupado. “¿No irás a irte sin probar la atracción
final?” dijo el payaso desafiador mientras se hacía paso entre los
centinelas con un gesto agresivo y abría la puerta con sus manos
también maquilladas de blanco pálido. “¡Voy a irme!” exclamó
esa vez Blair en el momento en que el pánico se empezó a apoderar
de él. Entonces el payaso explicó: “Verás, detrás de esa puerta
deberás pasar una prueba. Si la superas, serás liberado en un mundo
mejor; si la fallas vas a quedarte aquí con nosotros para siempre”.
Al
chico no le hizo ninguna gracia el comentario de su anfitrión, no
solo porqué no llegó a comprender lo que trataba de decir, sino
porqué eso empezaba a parecer un secuestro en toda regla. El chico
parecía no querer problemas, así que obedeció y se acercó a la
puerta abierta, que proyectaba una tenebrosa oscuridad. Blair puso el
primer pié en el interior de ese edificio oscuro, y rápidamente se
giró con un movimiento seco y golpeó al payaso con su codo furioso, escapando al instante.
Blair
corrió; corrió como nunca había corrido en busca del muro que le
llevaría de nuevo a casa. Por su horrible sorpresa, el muro había
desaparecido; el parque se encontraba en medio de un desierto
infinito. Su desesperación no se podía expresar con palabras, y
menos cuando detrás del chico se encontraba el payaso completamente
ileso del golpe. “¡Aléjate maldito secuestrador!” gritó Blair
aterrorizado. El payaso se rió; poco se imaginaba el muchacho lo que
estaba a punto de descubrir: “¿Secuestrador? ¿Es que no te das cuenta
de lo que está pasando? A caso creías que existía una alternativa que
te salvara de entrar en la Tumba de Anubis? Creo que es el momento de
que sepas la verdad; una verdad que empezó desde que caíste de esa
pared de piedra musgosa, y moriste al partirte la espalda contra una
roca afilada del otro lado”.
Blair
frotó su mano temblorosa por su espalda, encontrándose al instante con
el caliente tacto de una herida sangrienta. No se podía creer lo que
estaba pasando. El payaso siguió con su discurso: “Todo lo que has
visto aquí no es más que un producto de tu propia imaginación,
Blair. Cada una de las cosas que habitan en el Parque de la Media Noche
no son más que fragmentos de tu memoria que se han esparcido en tu
realidad; tu última realidad. Imágenes, sonidos e incluso recuerdos
lejanos que ni creías conservar. Todo lo que hay aquí es el puente
hacia tu destino final; una ilusión formada por pequeñas piezas de
tu imaginación. Duro, pero cierto. Y como parece ser que has
rechazado la prueba; la única oportunidad que tenías de conseguir
un lugar en el paraíso, el Parque de la Media Noche es ahora tu nuevo
hogar”. Seguidamente el payaso sacó una máscara plateada de
nariz puntiaguda de su bolsillo. Una nueva máscara para Blair.
Blair
no quería aceptar lo que estaba oyendo; y más que no querer, no
podía. ¿Pequeñas piezas de su imaginación que creaban ese mundo? ¿Recuerdos? De repente ese lejano sonido del motor apareció de nuevo
entre todo el conjunto de ruidos que el chico intentaba asimilar.
Pero esta vez era mucho más cercano. Blair alzó la vista hacia el
desierto infinito, con lágrimas en los ojos. Lo último que recordó
ver antes de coger la máscara del payaso y ponérsela en su rostro
desolado, aceptando un destino inaceptable, fue una figura que se
aproximaba a gran velocidad: la figura de un perro motorista.
“Descubriste
lo que hay detrás del muro, Blair” dijo el payaso. “Pero no del
muro que imaginabas”.
Si os gustan mis historias, me alegraría mucho que invitaseis a vivir estas aventuras a familiares, amigos o conocidos que creáis que podrían disfrutarlas también. =)
ResponEliminaMuy bueno....estoy deseando leer más historias !!
ResponEliminaMuchas Gracias =)
EliminaQue bueno!!
ResponEliminaYa tienes una nueva seguidora.
Espero impaciente el proximo relato!!
Genial =)
EliminaWoooow!! És genial! Segueix així i en breus et veig firmant llibres! ;)
ResponEliminaem mola molt aquesta ehh!! :)
ResponEliminaSiiii? Perfecte!
EliminaHola! Acavo de lleigr la teva història m'agradat molt!! enhorabona i segueix escrivint! Jo també escric un blog, et deixo la direcció per si el vols passar.
ResponEliminahttp://mimundoymisideas.blogspot.com.es/2016/03/cada-segundo-cuenta.html