Ya lo estoy sintiendo. ¡Cuanto lo
echaba de menos! Esa sensación… ver como empiezo a recuperar los
sentidos uno a uno. Volver a oír los cuervos sobrevolando mi tumba y
gimiendo con desprecio al no encontrar más que huesos y mugre. Ver
de nuevo estos parajes yermos y grises cobrar forma ante mi figura en
resurrección, en horas oscuras de brujas y fantasmas. En tiempos de
olvido y rechazo. Cuando la luna se alza hasta el bello centro exacto
de la cúpula celeste y, por una noche más, la ciencia pierde toda
esa coherencia que ayer la convertía en un “todo” creíble, y
hoy solo es una mera religión más. ¿Qué poético, no?
30 de Abril; Hexennacht; noche de
juerga para todos aquellos que dejamos de pertenecer al mundo. Como
me alegro de que por fin haya llegado esta fecha. ¡La “nada” es
realmente aburrida! ¡Anda si lo es! Ya podrían haber dejado un par
de sudokus por allí, o algún libro medianamente interesante.
¡Bueno… tampoco nos precipitemos, eh! que a veces el vacío
absoluto es más entretenido que depende de qué libro. Hablo por
experiencia propia.
Creo recordar que el año anterior fue
un verdadero desastre. ¡De hecho estoy seguro! Me moría de ganas de
hacer de todo a lo largo de la noche… y con la torpeza de las
prisas, terminé atascando las cadenas de mi cuerpo incorpóreo en mi
misma lápida. Una hora entera necesité para deshacer ese maldito
lío y cuando por fin logré salir del cementerio, con cinco horas de
margen, decidí hacer una visita a mi tío Donald; mi único
pariente. El pobre falleció de un infarto al verme… . Fue una
pena, la verdad, porqué le había escrito un poema realmente bonito
y conmovedor. En fin… solo espero no encontrármelo esta noche por
las calles. La primera noche como muerto viviente es realmente
intensa, y no quiero ser yo quien le tenga que resolver dudas cómo
“Por qué estoy despierto”, “Cuánto tiempo llevo muerto”, O
si se puede uno quedar ebrio después de morir. (Psst…
guardadme el secreto...
¡Se puede!).
Este
año todo irá mejor. Me siento bastante optimista. Con las seis
horas por delante cualquiera es optimista. ¡Tengo cosas tan
especiales por hacer!… Y
tantas que no llegaré a conseguir… ¡Vale!
Esto no ha sonado
demasiado positivo.
Mejor empiezo a salir de
este agujero con cuidado… ¡esto de ser fantasma me mata! Por lo
menos las momias y los zombis controlan su morfología física, y
saben donde meten las manos... ¿En qué carámbanos estaría yo
pensando cuando me metí en la Facultad de Parapsicología
y Esoterismo?
Es que ese maldito Poltergeist me la vendió tan bien... ¡Menudo
cretino! ¡Como llegué a aburrir las “Ciencias del Ectoplasma”!
¡De verdad! ¡Que asco!
Cruzo
las rejas del cementerio y me dirijo a la ciudad a paso acelerado. La
calle principal está poco transitada esta noche; la mayoría de
personas están en los bosques celebrando la efemérides de esta
ceremonia. Algo bastante absurdo, pues uno no se da cuenta del valor
que tiene hasta que la palma. Pero bueno… los vivos haciendo el
muerto por allí, y los muertos haciendo cosas de vivo en sus calles.
Suena divertido.
Hace
un par de años me encontré en este mismo punto de la ciudad con un
desfile de celebridades del mundo paranormal. “Bloody Mary”, “La
Chica de la Curva” que
no hacía muy buena cara,
y
hasta el travieso de “Charlie-Charlie” andaba por aquí con su
buen par de lápices. Internet ha hecho mucho daño a
este mundillo... aunque me
atrevería a decir que el
cine más… ¡Cómo si los espectros no tuviésemos nada mejor que
hacer que ir cerrando puertas por allí, e ir jodiendo a familias
poco estabilizadas durante
sus mudanzas! ¡Esto es muy
racista y ofensivo!
Supongo… .
Aún
así hay algo que me conmueve en todo esto… hecho mucho de menos ir
al cine con amigos, y burlarme de esos espectros de cartón. Hecho de
menos relacionarme con gente y poder celebrar esos festivales sin la
necesidad de estar involucrado en su significado. Hecho de menos la
luz del Sol que me alumbraba cada mañana y entonces no supe
apreciar. Bien… ¿Os
puedo confiar algo? Llevo la eternidad preparando un
plan…: resulta que me
explicaron una historia hace muuuchos
años, cuando estaba vivo
por su puesto; no llevo tanto tiempo muerto…; un relato que narraba
las anécdotas de una misteriosa hechicera pagana que vivía en un
laboratorio oculto bajo el subsuelo de esta ciudad. Nadie conocía su
verdadero nombre, un poco triste, la verdad; pero la mayoría la
conocía como la Bruja de Aranei.
Famosa por su despampanante belleza sobrenatural, sus deliciosas
galletas de manteca bajas en gluten... y sus constantes y mórbidos
rituales de sangre que
abrían paso a la Tierra a miles y miles de seres del averno
sedientos de almas en pena y horripilante muerte
y devastación… .
Tampoco se le daba mal jugar al tenis.
Detestada
por los vecinos de su ciudad, la Bruja de Aranei fue desterrada y
encarcelada en un islote de rocas afiladas a dos kilómetros y medio
del puerto de la ciudad; palmo más, palmo menos. Se le prohibió
estrictamente volver a tierra firme, pues en caso de hacerlo, sería
condenada a la hoguera de inmediato; un clásico. Y así fueron
pasando los años hasta que la calma y la serenidad regresó a esa
pequeña urbe germana.
Pero
no contenta con su nueva sentencia de indefinida duración, la
hechicera decidió elaborar un último ritual que haría que los
habitantes de la ciudad se acordasen de ella para toda la eternidad:
una vez al año, durante la noche de Hexennacht, noche por excelencia
de brujería y magia
oscura, los olvidados muertos volverían a las calles para sembrar el
caos y el pánico en la sociedad. Así
se vengaría de todos aquellos que la sometieron a tal inhumano
castigo. Obviamente el
plan no le salió muy bien, que digamos… sí, los muertos
despertábamos anualmente, pero de sembrar el caos poca cosa, la
verdad… al fin y al cabo no eramos más que los mismos mindundis
que habíamos sido en vida, pero un poco más paliduchos y
despeinados. A demás, la
mayoría pasamos desapercibidos; pues la transparencia no ayuda
demasiado a la hora de llamar la atención… esto son cosas que
habría que ir puliendo cuando una quiere provocar alborotos de tal
magnitud. Pero bueno… y
con este espectáculo de absoluta mediocridad termina este relato.
¡Ah,
sí! ¡Mi plan para esta noche! ¡Fácil! Encontraré
a la Bruja de Aranei antes de que mi tiempo se agote, y le pediré
una prolongación de mi despertar. Quiero volver a ver el Sol y sé
que solo ella puede concederme ese don… . ¡Quiero
volver a ver la vida con mis propios ojos a pesar de
llevar tanto tiempo
difunto! Estoy cansado de
vivir solamente unas pocas horas al año.
Llevo literalmente años
estudiando su paradero y el modo de llegar. Al principio pensaba que
solo era un cuento de charlatanes, y que las brujas no existen en el
mundo real; que solo
son leyendas que sirven para asustar a los niños… . Luego me
acordé de que soy un fantasma y entonces entré en razón.
Hallé
tras una exhaustiva
investigación la supuesta
isla de la hechicera, todo
gracias a vender mi alma a un diablo llamado “Google
Earth”. Después
conocí al Conde “Trip
Advisor” y éste
me mostró un sombrío sistema de excursiones nocturnas turísticas
en barco, cuyo destino es la misma roca que yo andaba buscando.
Ahora solo debo llegar al puerto y coger uno de esos barcos. ¿Qué
podría
salir mal?
A
medio camino la cosa
empieza
a salir mal. Caminando
cerca de un pequeño parque de esos que vienen con “pipican”
incluido, un grupo de jóvenes humanos encapuchados todavía mortales
empiezan a llamarme desde las penumbras proyectadas por un viejo y
retorcido roble. Me acerco
bastante confuso. ¿Cómo diantre me han visto? Luego me doy cuenta
de que están jugando con una vieja y polvorienta “ouija” que, al
parecer, me ha detectado como “Espíritu residual genérico”.
—¿Cómo que “Residual genérico”?
—pregunto furioso.
—Oye
Hans,
creo que he captado una psicofonía… —dice uno de los jóvenes al
que parece ser el líder del grupo.
—¿Que
ha dicho, Morris?
—pregunta el llamado Hans.
—No lo sé… apenas he podido
distinguir su voz. Estaré atento con la grabadora de sonidos a ver
si logro captar algo más. ¿Hay algún espíritu residual genérico
por aquí? ¡Manifiéstate! —grita el chico.
—¡Me
cago en tus
ectoplasmas! ¡Residual
genérico es lo que será tu
abuela! —me altero. A continuación, gracias
a la carga de energía paranormal de los objetos, puedo coger
el vaso que deslizan por el tablero con el que tratan de conseguir
palabras, y empiezo a arrastrarlo de canto a canto hasta transcribir
todo tipo de insultos en letras. Los chicos se asustan ante los
inesperados movimientos de su vaso. No creo que hayan llegado a leer
lo que les he dicho, pero me siento satisfecho de haberles
proporcionado un mal rato. Pero cuando me doy la vuelta para
marcharme de ese parque, un inmenso y ominoso espectro me agarra con
sus manazas y me eleva del suelo.
—¿Con quién tengo el placer? —digo
nervioso tragando inexistente saliva.
—Soy la abuelita de Morris…
—responde con un gruñido.
—Vaya, parece que la eternidad le ha
sentado bien… .
Me escurro de entre sus dedos
gargantuescos y empiezo a huir hacía los callejones cercanos que
yacen infestados de espíritus de todas formas y tamaños. La
abuelita cuyos macarrones por si a caso no probaré, empieza a
perseguirme arrasando con todo aquel espectro que se entromete o se
cruza accidentalmente en la persecución. No es hasta que alcanzo los
bosques oscuros de las afueras que no logro perderle de vista.
Desafortunadamente este evento me ha desviado totalmente de mi ruta.
El puerto debe de estar a varias horas de aquí… ya solo dispongo
de cuatro horas y media y, de hecho, no tengo ni idea de dónde me
encuentro ahora mismo. ¿Para qué ser optimista si está claro que
algo malo va a pasar? Bueno, de algún modo hay que rellenar este
cuento ¿no?
Me acerco a unas fogatas que arden en
medio de un descampado. Una gran multitud canta, bebe y regurgita
cerveza a la luz de las brasas mientras otros bailan con disfraces de
brujas, de hechiceros y algún que otro tiranosaurio rex que estaba
de oferta. Así solía celebrar yo estas fechas cuanto estaba vivo.
Estar aquí me llena de nostalgia y de bilis humana… sobretodo de
nostalgia. Me quedaría toda la noche viendo a ese puñado de
imbéciles saltando como sapos por encima de las hogueras, pero este
año tengo algo mucho más importante que hacer.
Reencuentro las calles y vuelvo al
ruedo con ya solamente cuatro horas en el bolsillo. Mi marcha hasta
el puerto resulta bastante tranquila, sospechosamente tranquila; pero
todo el bienestar se reduce a cenizas cuando me doy cuenta de que mi
barco ya ha zarpado hace rato. ¡Por mi alma inmortal! ¿Qué voy a
hacer ahora? No pienso esperar un año más para poder avanzar en
esto… necesito reaccionar. ¡Necesito arreglar esto inmediatamente!
Veo a un espectro solitario en las
lejanías del puerto. Parece un viejo y putrefacto marinero. Por lo
de viejo y putrefacto de poco me servirá, ¿Pero marinero? ¡Los
marineros tienen barcos! ¿No? Quien sabe…
—¡Oye mozo! ¿En qué año estamos?
—me pregunta el difunto anciano secretando limo verde asqueroso por
todos los orificios de su rostro, que no son pocos… .
—¿Por qué quiere saberlo? ¿A caso
tiene una cita, capitán? —bromeo.
—¡No soy ningún capitán! No sin
mi barco…
—¿Tiene usted un barco?
—¿Si tuviese un barco crees que
habría dicho lo que te acabo de decir, maldito holgazán?
—No.
—Esto está mucho mejor.
—¿Tuvo usted un barco, entonces?
—¿Si no hubiese tenido un barco
crees que te habría mencionado a MI barco, cuya ausencia me deniega
el título de capitán?
—No.
—Así me gusta, que seas racional,
chico…
—¿Quiere decirme qué le pasó a SU
barco?
—Si quisiese lo habría hecho.
—Necesito una jodida embarcación
antes de que termine Hexennacht… estoy buscando a la Bruja de
Aranei. Tengo que hablar con ella.
—¡Menuda cabeza de chorlito! —me
insulta—. ¡A esa mujer no la ha visto ni Popeye! Y mi barco… mi
barco fue devorado por un gran tiburón blanco justo antes de
arrojarme al agua y masticar mi cara con sus dientes afilados como
navajas. Poco te puedo ayudar, más que en darte algún consejo de
belleza —dice soltando escandalosas carcajadas.
—¿Y sabrías decirme dónde puedo
hallar algo para adentrarme en el mar? ¿Algo que flote y que pueda
manipular con mis manos gaseosas? ¡Espera! ¡Acabo de tener una
idea! Tengo que irme un rato… ahora vuelvo.
En poco más de media hora, me
encuentro corriendo a toda velocidad hacia los muelles del puerto,
con la agradable compañía de la abuelita de Morris pisándome los
talones y haciendo temblar sus grotescos apéndices de translúcida
carne muerta justo detrás de mí. Y al llegar al borde del muelle,
me lanzo al agua seguido de esa monstruosa masa viviente, cuyo cuerpo
empieza a flotar y a moverse con injustificadísima e irracional
agresividad, hasta que irónicamente pierde la consciencia. Me
sentiría fatal por lo que acabo de hacer, de verdad; pero la
abuelita todavía tiene toda la eternidad por vengarse de mí. ¡Ahora
ya tengo transporte! La próxima vez mejor trato de no perder el
barco… .
Dejo atrás el puerto y al nauseabundo
marinero, y empiezo a navegar por las nocturnas aguas del Mar del
Norte, usando ese par de monstruosos brazos cómo remos. El viaje
resulta un tanto incómodo. ¿Para qué mentir? Cabalgar las olas
sobre los lomos de una anciana con problemas de ira, no estaba
precisamente en mi lista de cosas por hacer durante esta noche. ¿Pero
qué es la vida sino una sorpresa tras otra? ¡Espera! Vida no es la
palabra adecuada en mi situación.
Veo las rocas negras del lejano islote
apuñalar la sangrienta luna de esta noche. Cuanto alcanzo tierra me
despido de mi, ehem... “embarcación”… y me adentro en las
tinieblas de ese lugar. Desde aquí puedo ver a los turistas sacando
fotos con sus cámaras al monumento dedicado a la Bruja de Aranei.
Ya solamente me quedan diez minutos, y
empiezo a sentir como mi cuerpo vuelve a ser reclamado por mi tumba
un año más. ¡Se me acaba el tiempo! Me aproximo a ese monumento
tallado en roca y de repente, por arte de magia, todos los humanos
que se encontraban aquí de excursión desaparecen en una neblina
negra que me deja completamente solo en la penumbra, pero
súbitamente, un circulo de incandescentes antorchas se enciende a mi
alrededor.
—Debes estar muy desesperado por
haber decidido gastar todo tu valioso pero escaso tiempo solo para
llegar hasta aquí —dice una profunda voz masculina procedente de
las sombras.
—Parece ser que mis amigos están de
exámenes y no han podido salir esta noche.
—Eres muy gracioso, efímero
espectro residual genérico. Espero que tu insensatez no esté a la
misma altura que tu estúpido humor.
—Pfff cuanto odio este nombre… ¡He
venido a ver a la Bruja de Aranei!
De repente, una larga y gigantesca
pata de arácnido entra en el círculo iluminado en el que me
encuentro, y me hace retroceder un paso aterrado.
—¿Qué te hace pensar que la Gran
Hechicera de Aranei quiere verte a ti?
—No creo que tenga muchas ganas de
verme… de hecho, sería bastante extraño que supiera quien soy…
.
—¡No subestimes sus infinitos
dones!
—Precisamente es de sus dones de lo
que quiero hablar… ¡Necesito tiempo! Necesito que me permita
quedarme en el mundo. ¡Estoy harto de la soledad! Hecho muchísimo
de menos la vida… .
La gran araña que me acechaba entra
entera en el circulo, dejando al descubierto sus rojos ojos que se me
acercan.
—Esto acojona bastante… —suspiro
nervioso.
—Dime, pequeño espectro. ¿Qué
estarías dispuesto a hacer para que la gran Aranei escuchase tus
plegarias?
—¡Lo que hiciese falta! ¡Sin duda!
Cualquier cosa… no me importaría nada. ¡Lo juro!
—Tu ingenuidad es digna de adorar…
.
Las antorchas se apagan y entre la
oscura niebla se abre un portal de luz blanca. Trato de alcanzarlo,
pero mis cadenas están atadas fuertemente en una roca, y no hay modo
de deshacer el nudo. ¡Sabía que debería haberme quedado con la
simple sábana blanca de toda la vida! Dicho esto, y ya sin nada más
que hacer por hoy, me despido de los últimos segundos que me quedan.
Ahora ya hasta la próxima vez no habrá nada, más que vacío y
soledad profunda. Hexennacht ha terminado un año más.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada