—...Un hombre con delirios de trascendencia decide volar hasta el
Sol con unas alas de plástico y cartón… ¿Se puede saber qué mariconada es esta?
¿A quién demonios pretendes vender esta porquería?
—Verás…
resulta que leí una historia así en el periódico hace unos meses y… bueno, me
llegó la inspiración. Entonces pensé que…
—¿Pensaste?
—Si…
bueno…
—¿Qué
clase de guionista eres tú? Tu cuento es cutre… ¡Muy cutre! Carece de objetivos
comprensibles, y la personalidad de todos los personajes queda absurdamente
anulada por el egocentrismo y el carisma exagerado del protagonista… . Además,
¿Por qué tenía que morir el maldito drogadicto? ¿Acaso esto aporta algo a la
trama?
—Que
el yonki muera de una forma estúpida creo que ya forma parte de su propio
arquetipo.
—¡Vamos,
no me vengas a hablar tú de arquetipos! Carl Gustav Jung se debe estar
revolcando en su tumba por las memeces que dices…
—Que
yo sepa, Jung no delimitó ningún parámetro en cuando a perfiles arquetípicos se
refiere...
—Lo
que tu estás haciendo es acudir a un burdo cliché de principiante… un intento
de humor comercial barato. nada más.
—...Entonces
entiendo que rechaza mi guión... ¿verdad?
—Desde
luego… cuando me hablaron de ti y de las obras en las que has trabajado,
imaginaba algo mucho más a la altura que esta porquería. ¿Dónde han quedado los
legendarios guiones como Psychodelia, eh? ¡Dime!
—Psychodelia… bueno, digamos que esos
fueron otros tiempos… una etapa de mi pasado.
—¿Se
puede saber que pasó con esta obra? ¿Por qué la que tenía que ser la revolución
cinematográfica de la década terminó siendo la película “jamás proyectada”?
—¡Ni
proyectada, ni terminada, ni nada! De hecho ni llegó a ser película. Yo fui el
primer guionista al que contrataron para ese proyecto ¿sabe? Ese era el trabajo
de mi vida… la que tenía que convertirse en mi obra maestra… la musa de mi
legado… pero tras varios líos y discusiones acabaron cancelando el proyecto por
asuntos internos del equipo y me arrebataron el guión cuando éste ni siquiera
estaba terminado. Así funciona este mundo… ¿Qué le vamos a hacer?
—Una
pena… la verdad. En los estudios siempre corrían rumores sobre la grandeza de
ese proyecto. Podríamos decir que, como director y cinéfilo, esperaba con
ansias conocer la tan esperada Psychodelia.
—En
efecto… fue una verdadera lástima. No hay día que no me arrepienta de no haber
tomado un rumbo distinto en ese entonces… .
—Si
tanto apreciabas esa obra, ¿por qué no reescribiste el guión? Tal vez esté
dispuesto a financiarte por llevar a cabo dicha película.
—Digamos
que esa obra nació para brillar justo en el momento adecuado, en el lugar
adecuado, y de las manos de las personas adecuadas… y mucho me temo que todos
estos factores jamás serán correspondidos por la actualidad en la que vivimos.
—Dudo
que sea cierto lo que estás diciendo. En el mundo, independientemente de la
época y del lugar, siempre habrá gente dispuesta a recibir con los brazos
abiertos una obra como Psychodelia.
—No
se trata de mero recibimiento… es algo mucho más profundo que la recaudación y
el simple fanatismo. Digamos que es algo bastante más espiritual… llevo muchos
años escribiendo historias que puedan ocupar su lugar en mi filmografía, pero
cada vez todo esto me resulta más frustrarte. Por muy acertado que sea un
guión, nada llenará ese maldito hueco que Psychodelia me dejó.
—¿Por
qué no me cuentas algo sobre este proyecto?
—Bueno…
podría tratar de contarle lo que recuerde:
“Psychodelia era la historia de un joven
fotógrafo alemán llamado Isaac König. Un chico humilde pero con un ego y
aspiraciones sobrehumanos; algo que le impulsaba a menudo a realizar las
hazañas más insólitas con el fin de crear sus asombrosas y extravagantes
colecciones fotográficas, bastante admiradas en todo el territorio germano
durante el pleno auge de los años 60.
Isaac era un artista temperamental, obsesionado por la perfección
y el detallismo. No existía fotografía en sus álbumes manchada por el azar. La
milimetría era el sustrato de su orgullo; y esto a veces le volvía tan
inestable mentalmente que, sin ser consciente de ello, llegaba a rozar la
deshumanización. Pero él aún era joven e impulsivo, y todo el mundo decía que
el tiempo no se apiadaría a la hora de ponerle en su lugar de algún modo u
otro.
Un buen día de quedada con los amigos del club de fotografía de
Doinsberg... no recuerdo de que modo… surgió un curioso tema de conversación
que iba a llamar escandalosamente la atención del joven Isaac König: Los
Estados Unidos de América se estaban alzando artísticamente gracias a las
innovadoras y alocadas corrientes expresivas “Pop-Art” y “Art Deco Moderno” en
las grandes urbes, de entre otros tempranos movimientos que estaban
revolucionando ese mundo devastado por las guerras, tan necesitado de desahogo
y creación. Un soplo de ideas e imperturbable motivación atravesó cual lanza
los pensamientos de Isaac, pues por primera vez, tras varios años sumergido en
la búsqueda de nuevos estilos para sus colecciones, se le acababa de plantear
un interesante punto de partida que no iba a dejar escapar. Tal vez pareciese
precipitado, más de lo único de lo que disponía era la escasa información
revelada en ese debate de cafetería; pero su humeante cabeza ya estaba
planeando su próxima parada.
En menos de un mes y medio, Isaac König ya estaba sobrevolando el
Atlántico rumbo a los Estados Unidos de América. Consigo llevaba un maletín
armado con todos los aparatos de su oficio, algunas provisiones, y los ahorros
de toda su carrera bien escondidos dentro de uno de los calcetines de
recambio”.
—¿Por
qué un hombre tan meticuloso como Isaac König iba a esconder tanto dinero en un
lugar tan estúpidamente previsible?
—Este
tipo tenía una caracterización bastante retorcida; este factor era interesante
de resaltar, ya que enriquecía su personalidad. Podríamos decir que todo el
cuidado que Isaac aplicaba en su profesión y en su imagen pública, era
automáticamente balanceado por una dejadez interior, que en un futuro se
adueñaría por completo de su forma de ser. Una especie de “Dilema Janusiano”
que enfrentaba la incompatibilidad entre quien fingía ser, y quien era en
realidad. Tampoco vamos a profundizar demasiado aquí, por ahora.
“Isaac
llegó a la gloriosa y navideña Nueva York de diciembre. Se moría por empaparse
de la cultura y el arte de ese sitio, así que ya tenía una larga lista de
museos y monumentos que debía visitar sin duda alguna. Aun así, era innegable
reconocer que esa ciudad en si ya se convertía en una digna muestra de lo que
estaba por iluminar al fotógrafo durante su indeterminada estancia allí, tan
lejos de su hogar.
Los meses pasaron en la gran metrópolis y Isaac ya estaba en pleno
desarrollo de su nuevo proyecto fotográfico basado en el arte norte-americano.
Aun así, la cosa no había ido demasiado bien para el joven alemán, pues su
desafortunado origen y su escasa edad le convirtieron en objetivo de todo tipo
de discriminación y envidia por parte sus patrióticos rivales. Al principio, el
fotógrafo supo como evitar e ignorar los constantes sabotajes que le enviaban a
diario; pero a medida que las semanas pasaban, la presión que le acechaba
empezó a entrometerse en su bienestar, y lo que fue peor… en su nueva obra, que
poco a poco, empezaba a contaminarse de imperfección y desgana, frutos de la
creciente intranquilidad del artista”.
—Durante
toda esta parte del guión, creo que me dediqué a describir detalladamente
varias escenas que mostraban los actos de boicot y acoso recibidas por Isaac.
Seguidamente se ilustraba el inicio de su decadencia, desesperación e inevitable
caída en la miseria… .
—¿Y
porqué no regresó a Alemania?
—Al
principio su orgullo le cegaba; nada, por muy agresiva que fuese su situación,
iba a arruinar su gran proyecto. Después, tras ver su clara falta de progreso,
empezó a gastar el dinero de sus ahorros compulsivamente para seguir
alimentando su adicción al detallismo extremo. Ya nada le parecía bien como
quedaba, y necesitaba invertir constantemente en mejoras mínimas cada vez con
más frecuencia y despreocupación. Ya casi no tenía fondos y lo poco que le
quedaba que le permitiría regresar a Europa, junto a toda su documentación
legal, fue desafortunadamente interceptado por un súbito atracador de callejón.
Cosas del Diabolus ex machina… ya sabes como funciona esto.
“Isaac
König terminó en las gélidas calles de Nueva York. Había perdido todos sus
recursos, sus ilusiones, y ya ni siquiera podía seguir pagando un alojamiento.
Lo único que le quedaba entonces era una solitaria cámara fotográfica que ya no
tenía fotografías que capturar.
El joven fotógrafo pasó varios días vagando por los callejones
tratando de vender las fotografías que todavía conservaba de su nueva pero
frustrada colección; pero la cruda realidad cada vez era más persistente a la
hora de recordarle como de bajo había caído por su propia soberbia y
desmesurada impulsividad.
El chico había probado de todo: llamar a sus amigos de Alemania en
busca de ayuda; acudir a la policía de la ciudad; infiltrarse en el aeropuerto
a modo de polizón… pero, ya fuese por imposibilidad legal o por otras razones
más obvias, nada era capaz de ayudarle en su situación. Isaac estaba atrapado
en lo que, de algún modo ligeramente metafórico, podríamos llamar su propia
obra de arte”.
—¿Sabía
que hay personas propensas a sufrir brotes de locura o demencia a causa de
experimentar situaciones de alto estrés o desesperación prolongadas?
—Es
probable…
—Pues
añádele unos pocos sorbos de alcohol de más, y los constantes flashes de una
cámara como único pasatiempo.
—¡Menudo
panorama!
“Cuando
menos se dio cuenta, la reluciente Nueva York que era la prisión de Isaac König
se había convertido en un extraño paraje de extrema irrealidad y confusión. Una
ciudad distorsionada por los múltiples shocks psicológicos sufridos por el
joven alemán; nuevo visitante y ciudadano de la onírica “Psychodelia: Tierra de
ángeles y Querubines”.
—En
Psychodelia todo funcionaba muy distinto de la realidad que conocemos… bueno,
ciertamente, podríamos decir que ese lugar era la verdadera ciudad Nueva York,
pero vista con los ojos de un potencial esquizofrénico. Es decir, una
deformación de la realidad percibida por Isaac König.
—¿Cómo
queríais plasmar esto en formato cinematográfico?
—Nuestra
idea principal consistía en alternar constantemente ambos puntos de vista; el
auténtico, y el de Isaac. Creando así un juego de espejismos donde podíamos
entender la realidad tal y cómo era y, al mismo instante, entrecruzándose,
percibíamos el mundo desde los ojos del protagonista. Tal vez explicado suene
bastante retorcido… pero la idea encajaba a la perfección con lo que
necesitábamos expresar.
“El
fotógrafo, con su cámara en mano, estaba asombrado ante ese nuevo mundo que se
abría reluciente ante él. Un laberinto de colosales rascacielos “Art Deco”
bañados totalmente por una profunda noche eterna, pero a la vez, manchados con
peculiar sinfonía y gracia de luces de neón presentes en las fachadas de todos
esos edificios. Todo ese sitio parecía ser una especie de urbe con una
exagerada finalidad de turismo y ocio. Si Isaac hubiese estado un poco más
cuerdo en ese momento, tal vez no hubiese dudado en compararlo con las
mismísimas Vegas de Nevada.
Toda Psychodelia estaba plagada de monumentos abstractos y
decoraciones de ese estilo Pop-Art con el que el fotógrafo tanto se había
obsesionado; pues ese lugar no era más que la reconstrucción de Nueva York,
fundada a partir de las más profundas obsesiones y ansias artísticas del
fotógrafo alemán. Quizás ese era un extraño juego para regalarle una eternidad
envuelto de sus inspiraciones, o tal vez todo fue una desagradable broma de un
perturbado destino que quería que Isaac viviese atrapado para siempre en el
mayor error de su vida”.
—Un
detalle interesante sobre la ambientación fantástica de esa ciudad era que en
todas partes se podía escuchar un repertorio de canciones atmosféricas de Elvis
Presley o David Bowie, de entre otros artistas de esa época. Afortunadamente
para la productora nunca llegamos a pagar los permisos de autor… .
“Había
algo que a Isaac le desconcertó por completo sobre la llamada Psychodelia…
¿Tierra de Ángeles y Querubines? ¿Acaso había seres celestiales andando por
esas calles? ¿Seres de luz y perfección divina? ¡Él tenía que conocerlos!
¡Necesitaba reencontrar esa perfección que llevaba tanto tiempo sin poder
abrazar! Quizás fuese por su creciente insanidad, pero esa súbita idea le
abdució por completo; al fin y al cabo, la locura ya había tomado el control de
sus actos y decisiones.
Partiendo de este nuevo y surrealista objetivo, e incapaz de
reconocer todos sus verdaderos problemas, el joven alemán se adentró en esa
exótica urbe construida por su desequilibrado subconsciente, en busca de esos
seres que hasta entonces solo habían sido mencionados. La evidencia confirmaba
la imposibilidad de la existencia de humanos alados en el mundo, ¿pero que
clase de evidencias eran las que gobernaban en esas tierras oníricas?
Isaac caminó cegado por su búsqueda, pero no había nada que le
lograse satisfacer del todo. La gente corriente de ese sitio era bastante fría
y se mantenía extrañamente reticente a interactuar con él. Entonces no se dio
cuenta, pero el fotógrafo era totalmente invisible en ese misterioso mundo. Tan
solo era un fantasma. Una mera nube. Nada que pudiese interferir en ese
protegido lugar.
Tras vario rato de avance, el chico llegó donde parecía ser el
núcleo de la ciudad. Una gigantesca plaza bien iluminada, con grandes fuentes
de agua reluciente, y una magna estatua plateada de temática abstracta en el
centro exacto de la zona. Isaac quedó totalmente asombrado ante ese espectáculo
de luces y figuras que se combinaban en sus retinas creando un paisaje lleno de
misticismo e incomprensible magia. Pero sin duda alguna, había algo que atrajo
la intuición del joven por encima de todo lo demás: en ese sitio, no muy lejos,
pero sin saber exactamente donde, había una misteriosa energía que Isaac König
jamás había percibido en toda su existencia; y a pesar de esto, no tardó en
darse cuenta de como la necesitaba”.
—¿Qué
demonios era?
—Podríamos
decir que se trataba de esa luz metafórica que tanto obsesionaba a Isaac.
—Creo
que no acabo de entender esta parte de la historia…
—Bueno…
parte de la gracia de esta película estaba en la confusión que ésta generaba en
el espectador. Si lográbamos hacer que el público se desconcertara ante la
amalgama de irrealidades e incertidumbres que Psychodelia les entregaba,
hacíamos que éste se pusiese al nivel del protagonista… y esto era bueno.
—Hmm…
curioso… pero dime. ¿Entonces lo que Isaac estaba sintiendo era la presencia de
ángeles de verdad? ¿Con alas y aureola?
—No
todos los ángeles tienen porqué tener alas y aureola.
—¿Entonces
debo entender que no puedo entender nada de lo que está sucediendo?
—Con
que entiendas esto mismo ya entiendes lo que hay que entender.
“Isaac
descubrió su invisibilidad cuando por mucho que trataba de comunicarse con los
habitantes de ese lugar, no había modo de que éstos reaccionaran. Entonces
decidió sacarse una fotografía a si mismo con la cámara que poseía, y su
inexistente retrato instantáneo le reveló todo lo que necesitaba saber para
seguir su estrafalario viaje. ¿Pero cómo podía el chico alcanzar esos anhelados
dones, si ni siquiera podía alterar físicamente ese espacio?”.
—Esta
parte no la terminamos de pulir debido a la falta de tiempo, pero de algún modo
queríamos dar algún que otro giro a las condiciones que Psychodelia suponía
para el fotógrafo. Se nos ocurrieron varias ideas… no recuerdo por cual terminé
decantándome, pero creo que Isaac empezaba a pasar los días vagando por esa
urbe en busca de poder hallar esa fuerza pura de perfección que había
presenciado en aquella mágica plaza, pero su falta de éxito le empezaba a
superar de nuevo. Psychodelia le estaba poniendo a prueba. Entonces sucedía lo
siguiente:
“Equipado
con su inevitable invisibilidad una noche más en la ciudad, el decaído
fotógrafo merodeaba por las cercanías de una zona de bares musicales y
exposiciones de coches de lujo cuando, de repente, una misteriosa mujer de
cabello dorado, vestida con un atuendo de fiesta turquesa iluminado por el
neón, se le acercó de imprevisto y le preguntó la hora. El joven ya estaba
deprimido… falto de orgullo y motivación; ya ni siquiera tenía ganas de seguir
usando esa aparatosa cámara fotográfica que había estado arrastrando todo ese
tiempo.
—No
tengo hora, señorita… —dijo cabizbajo, sin llegar a asimilar el hecho de haber
establecido contacto con alguien que, al parecer llevaba consigo esa aura de
perfección y pureza, origen de todos los esfuerzos y dolores de cabeza de Isaac
König”.
—¿Así
de simple? ¿Isaac llevaba días buscando esa “cosa”, y resulta
que eso se cruza con él por casualidad, y lo lleva una extraña?
—Así
lo escribimos, sí. Isaac acababa de experimentar su primer encuentro con un
supuesto ángel de ese incoherente mundo.
“Cuando
el joven reaccionó tras ese inesperado evento, persiguió a aquella mujer y
trató de llamarle la atención como pudo. Gritó, saltó, trató de cogerla del
brazo, pero ya todo regresaba a la normalidad. La invisibilidad e inexistencia
volvía a adueñarse del perdido fotógrafo, por lo que su intento de alcanzar a
la chica se volvió en vano.
No obstante, y con una férrea perseverancia, Isaac König la siguió
hasta uno de los muchos establecimientos musicales de esos cuya fachada
contenía tantas luces de colores, que sufrir solamente un ataque de epilepsia
se convertía en un verdadero golpe de suerte.
El artista alemán accedió en ese recinto lleno de personajes
bailando y bebiendo bajo las vibrantes notas de unas baladas entonadas por un
extraño grupo de música que tocaba en directo. Allí dentro todo estaba en
constante movimiento; y con esa muchedumbre la búsqueda se torció bastante,
pero jamás había estado tan cerca de lograrlo. Sus ojos se llenaban de lágrimas
con tan solo pensarlo. Isaac lo había perdido todo en ese viaje, y sabía
perfectamente que si alcanzaba ese destello de pureza y perfección celestial,
todo lo sucedido y por suceder por fin habría valido la pena”.
—No
entiendo de qué forma Isaac pretendía “captar” esa fuerza que poseía ese
supuesto ángel… ¿También es algo abstracto todo esto?
—Isaac
ya había enloquecido por completo… .
“Encontró
a la chica del vestido turquesa bailando ensombrecida con un tipo cerca del
escenario que albergaba el grupo de música del local. El demacrado fotógrafo
sentía esa magia ya circulando en su sangre; pero necesitaba inmortalizar toda
esa luz de algún modo que ni él era capaz de comprender. Pero su
invisibilidad era el mayor obstáculo en ese momento. Isaac estaba delante de un
auténtico ángel de Psychodelia de carne y hueso, y no iba a tolerar perder esa
mágica oportunidad que el destino le había brindado; así que agarró su cámara
fotográfica con fuerza, forzándose a mantener la tranquilidad y…”.
—...¿Y
qué?
—¡Y
nada!
—¿Nada?
¿Me tomas el pelo?
—En
este punto ese guión dejó de pertenecerme para siempre… ya sabes… problemas
internos.
—Vale…
está bien… ¿Pero nada de nada?
—En
efecto...
—¿Y
si me reescribes esta obra entera, pules los imperfectos y le metes un buen
final? Creo que podríamos prosperar bastante con este título en nuestros
estudios. Evidentemente recibirías tu correspondiente parte...
—Ya
te dije que esta historia no sería reescrita jamás.
—¡Vamos!
¡No me seas “hippie”! ¿No te dará pena guardarte todo esto solo para ti solo y
jamás sacarlo a la luz?
—Ya
no lo creo... ¿Qué más dará ahora?… al fin y al cabo, Psychodelia solo
es una atroz ilusión; un espejismo fruto de la cadena interminable de errores
de una persona, que jamás debieron haber sido cometidos.
Un poco de surrealismo =D
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