dijous, 14 de gener del 2016

EL PARQUE DE LA MEDIA NOCHE

En el preciso instante en que Blair vio por primera vez lo que parecía ser el muro de un extraño y amplio recinto cerca de su escuela, su quinceañera cabeza se empezó a llenar de teorías y especulaciones inquietantes que describían detalladamente como era o debía ser lo que se ocultaba detrás de esa vieja y musgosa pared de ladrillos.

Su obsesión era tal, que esos bocetos que se proyectaban en su mente joven sobre los lugares inimaginables que se escondían allí detrás, le empezaron a aparecer en sueños, en la escuela e incluso en sus ratos libres, que él invertía jugando con el balón. Allí donde Blair miraba, había una misteriosa brisa que le suplicaba cruzar ese muro.

El chico tenía muchos amigos, buenos amigos y amigos sencillamente amigables. Pero aún tenerlos, él jamás les había tenido la suficiente confianza cómo para hablarles sobre esa extraña burbuja de curiosidad que le había invadido por dentro durante los últimos meses. Temía ser tomado por estúpido o infantil pero sobretodo, temía convertirse en un objetivo de burlas ganándose un detestable apodo como “Señor muro” o “salta vallas”, así que esta vez, como muchas otras, decidió tomarse la aventura por su propia cuenta y adentrarse a lo desconocido en compañía de su espíritu soñador y armado solamente con el simple deseo de vivir una nueva experiencia.

Y la cosa fue así, una vez finalizadas las interminables clases de un viernes de marzo, el chico se abrió paso entre los matorrales del campo abandonado que separaba la civilización de los inhóspitos paisajes de las afueras de la ciudad. Y en cuestión de minutos, Blair se encontraba cara a cara con el origen de todas sus inquietudes.

Contempló brevemente los graffiti que teñían la pared de palabras malsonantes e incomprensibles, e incluso se llegó a reír con lo que parecía ser el dibujo de un perro motorista. Una vez leídas todas las barbaridades grabadas en la pared, el chico se dio cuenta que si no se daba prisa, su consciencia empezaría a entrometerse donde no debía. Y como algo inevitable, así fue; por un instante, el chico se encontró de nuevo con pensamientos que él mismo se había obligado a ignorar, sobre cosas terribles que podían aguardarle tras escalar esos ladrillos grises y sucios. Pero como mentalmente se sentía más preparado que nunca antes, se borró de nuevo todas esas escabrosas paranoias y dejó la curiosidad al mando de sus acciones.

Dejó su mochila encima de una roca, también infestada de dibujos y garabatos, y vigilando de no cortarse con los fragmentos de ladrillo que sobresalían de la pared, alzó su pierna izquierda para apoyarla firmemente en el muro mientras sus manos se agarraban con fuerza en la cima. Solo bastó un pequeño impulso para conseguir que su cuerpo abandonase el suelo firme y quedase completamente a merced de sus brazos, desafiando a la gravedad.

Antes de llegar arriba, Blair se dio cuenta de que desde ese punto alto del bosque, se podía ver como las olas salpicaban violentamente al impactar con un acantilado de rocas afiladas cerca de su paradero, mientras el sol se escondía en el horizonte. Cogió aire de nuevo, y con una fuerza que ni él creía poseer, terminó de subirse. Pero su impulso fue tan grande, que no estuvo a tiempo de frenarse en la cima, y se precipitó en picado hacia el deseado “otro lado” del muro.

Lo primero que oyó tras recuperar la consciencia, fue el potente sonido de un motor rugiendo a la distancia. Un sonido que incitó al joven Blair a apresurarse a abrir los ojos y reorganizar su cabeza desordenada por la caída. Pero las mayores sorpresas llegaron a continuación. Cuando el muchacho se recompuso y consiguió mantenerse firme en un extraño suelo de baldosas azules y grises, su rostro consiguió reflejar una admiración que ya había olvidado tras tantos años de pesada rutina, pues delante suyo se presentaba la colosal imagen llena de luces parpadeantes de un inmenso parque de atracciones.

Blair no creía lo que veía. Su desconfianza por sus propios ojos llegó a tal extremo que se frotó con fuerza sus parpados rojizos y hasta se llegó a golpear una pequeña palmada en la frente. Pero el parque seguía allí, con sus vivas luces y una misteriosa atmósfera de felicidad y libertad. Y entre los largos raíles rojos de una montaña rusa deslumbraba un alegre cartel en el que ponía con letras brillantes: “Bienvenido al Parque de la Media Noche”.

El adolescente estaba totalmente fascinado, y sus palabras se atragantaban en su garganta, pero más allá de este fuerte sentimiento, se ocultaba una curiosidad roedora que le llevaba a preguntarse porqué un parque de tales dimensiones, de tal festivo ambiente y de tal increíble belleza no era conocido en su ciudad, y aún más, ¿Porqué no lo había podido ver ni oír desde el otro lado del muro?

Su primer paso hacia el parque fue extraño, sus piernas parecían mucho más ligeras de lo que eran normalmente, pero a medida que avanzaba, su cuerpo se adaptaba de nuevo a la realidad a la que se enfrentaba.

Ya era de noche, pero esto no preocupaba a Blair porqué sus padres confiaban en que se quedaría a dormir en casa de su mejor amigo, así que sin ningún escrúpulo más, él avanzó hasta encontrarse justo debajo del gran cartel del establecimiento. De repente alguien le tocó la espalda provocando al chico un sonoro susto que rápidamente se esparció entre los múltiples sonidos de las atracciones en marcha. El misterioso individuo de detrás suyo también se asustó con la reacción de Blair.

Pero la sorpresa del chico fue mayor al girarse y encontrarse a un payaso de piel maquillada de blanco con varias marcas de un color rojo descolorido en los labios y en la nariz. Por un momento Blair pensó en huir, pero aun su disgusto por los payasos que ya arrastraba desde su infancia, optó por quedarse paralizado mientras el payaso le analizaba con sus ojos inquietos.

El payaso siguió inspeccionando al muchacho como si buscara alguna cosa, la cuál no se atrevía a preguntar. Miró al chico de frente, de lado y no paró hasta escanearlo por la espalda. Cuando el payaso terminó su búsqueda, satisfecho o no, regresó delante del chico con una expresión muy triste; tan triste que hasta el muchacho llegó a creer que le había ofendido de algún modo sin querer. “¿A caso debía haber reído?” se preguntaba Blair, pero entonces el payaso pasó su mano abierta enfrente de su propio rostro mal teñido, y tras esta acción su cara se transformó en una sonrisa contagiosa, o al menos esto quiso simular. Pocos segundos después, el payaso dijo con una aguda voz forzada: “Bienvenido Blair, Bienvenido al Parque de la Media Noche”.

El chico tenía tantas preguntas en mente que se peleaban para salir de su boca, que solo pudo sacar un “¿Como sabes mi nombre?”. El payaso se limitó a responder con un enigmático: “No te sorprendas aún; las sorpresas todavía están por llegar”.

Ambos individuos se adentraron en las profundidades del parque lleno de gente, y por alguna razón que el chico desconocía y sinceramente, le asustaba, todas las personas que se encontraban allí, adultos, jóvenes e incluso niños, llevaban una mascara plateada de nariz larga y puntiaguda. Un tanto amenazadoras. “¿No hay ninguna para mi?” el chico le preguntó al payaso con el tono más “vacilón” que pudo imitar. “No todavía” respondió él secamente.

El payaso siguió andando seguido por Blair, que cada vez entendía menos lo que estaba pasando en ese momento. De repente el adolescente oyó un sonido familiar, un sonido que ya había oído antes aunque sin embargo, no sabía exactamente de que se trataba, pues ese sonido era aquel misterioso rugido de motor que había oído al despertar en el parque, y tenia la efímera sensación de que le estaba advirtiendo de alguna cosa.

Los dos llegaron a una especie de barracón de cemento decorado con detallados mosaicos egipcios llamado la “Tumba de Anubis”. Allí se encontraron con dos hombres, también enmascarados, que protegían lo que parecía ser la entrada del local; una puerta ancha de acero. El payaso dejo al chico por un instante para hablar con los centinelas, y en cuestión de minutos, ya estaba de vuelta, aparentemente un poco cabreado con los dos personajes. “Tendremos que esperar un par de horas” le dijo a Blair dejando de lado su falsa voz de estúpido payaso de circo.

Esas dos horas fueron bien invertidas; el payaso dejó que el muchacho se montara en varias atracciones del parque hasta que el momento llegó, y el payaso llamó a Blair. Él obedeció. Los dos andando a paso constante llegaron de nuevo al edificio de la puerta de metal. No fue hasta entonces, por extraño que parezca, que Blair empezó a desconfiar por primera vez. “Creo que ya debería volver a casa” dijo un tanto preocupado. “¿No irás a irte sin probar la atracción final?” dijo el payaso desafiador mientras se hacía paso entre los centinelas con un gesto agresivo y abría la puerta con sus manos también maquilladas de blanco pálido. “¡Voy a irme!” exclamó esa vez Blair en el momento en que el pánico se empezó a apoderar de él. Entonces el payaso explicó: “Verás, detrás de esa puerta deberás pasar una prueba. Si la superas, serás liberado en un mundo mejor; si la fallas vas a quedarte aquí con nosotros para siempre”.

Al chico no le hizo ninguna gracia el comentario de su anfitrión, no solo porqué no llegó a comprender lo que trataba de decir, sino porqué eso empezaba a parecer un secuestro en toda regla. El chico parecía no querer problemas, así que obedeció y se acercó a la puerta abierta, que proyectaba una tenebrosa oscuridad. Blair puso el primer pié en el interior de ese edificio oscuro, y rápidamente se giró con un movimiento seco y golpeó al payaso con su codo furioso, escapando al instante.

Blair corrió; corrió como nunca había corrido en busca del muro que le llevaría de nuevo a casa. Por su horrible sorpresa, el muro había desaparecido; el parque se encontraba en medio de un desierto infinito. Su desesperación no se podía expresar con palabras, y menos cuando detrás del chico se encontraba el payaso completamente ileso del golpe. “¡Aléjate maldito secuestrador!” gritó Blair aterrorizado. El payaso se rió; poco se imaginaba el muchacho lo que estaba a punto de descubrir: “¿Secuestrador? ¿Es que no te das cuenta de lo que está pasando? A caso creías que existía una alternativa que te salvara de entrar en la Tumba de Anubis? Creo que es el momento de que sepas la verdad; una verdad que empezó desde que caíste de esa pared de piedra musgosa, y moriste al partirte la espalda contra una roca afilada del otro lado”.

Blair frotó su mano temblorosa por su espalda, encontrándose al instante con el caliente tacto de una herida sangrienta. No se podía creer lo que estaba pasando. El payaso siguió con su discurso: “Todo lo que has visto aquí no es más que un producto de tu propia imaginación, Blair. Cada una de las cosas que habitan en el Parque de la Media Noche no son más que fragmentos de tu memoria que se han esparcido en tu realidad; tu última realidad. Imágenes, sonidos e incluso recuerdos lejanos que ni creías conservar. Todo lo que hay aquí es el puente hacia tu destino final; una ilusión formada por pequeñas piezas de tu imaginación. Duro, pero cierto. Y como parece ser que has rechazado la prueba; la única oportunidad que tenías de conseguir un lugar en el paraíso, el Parque de la Media Noche es ahora tu nuevo hogar”. Seguidamente el payaso sacó una máscara plateada de nariz puntiaguda de su bolsillo. Una nueva máscara para Blair.

Blair no quería aceptar lo que estaba oyendo; y más que no querer, no podía. ¿Pequeñas piezas de su imaginación que creaban ese mundo? ¿Recuerdos? De repente ese lejano sonido del motor apareció de nuevo entre todo el conjunto de ruidos que el chico intentaba asimilar. Pero esta vez era mucho más cercano. Blair alzó la vista hacia el desierto infinito, con lágrimas en los ojos. Lo último que recordó ver antes de coger la máscara del payaso y ponérsela en su rostro desolado, aceptando un destino inaceptable, fue una figura que se aproximaba a gran velocidad: la figura de un perro motorista.

Descubriste lo que hay detrás del muro, Blair” dijo el payaso. “Pero no del muro que imaginabas”.




9 comentaris:

  1. Si os gustan mis historias, me alegraría mucho que invitaseis a vivir estas aventuras a familiares, amigos o conocidos que creáis que podrían disfrutarlas también. =)

    ResponElimina
  2. Muy bueno....estoy deseando leer más historias !!

    ResponElimina
  3. Que bueno!!
    Ya tienes una nueva seguidora.
    Espero impaciente el proximo relato!!

    ResponElimina
  4. Woooow!! És genial! Segueix així i en breus et veig firmant llibres! ;)

    ResponElimina
  5. Hola! Acavo de lleigr la teva història m'agradat molt!! enhorabona i segueix escrivint! Jo també escric un blog, et deixo la direcció per si el vols passar.
    http://mimundoymisideas.blogspot.com.es/2016/03/cada-segundo-cuenta.html

    ResponElimina