dimecres, 30 de novembre del 2016

COLORES DE UN LUGAR SOÑADO

Esta vez sí. Lo dejo todo. La familia, los amigos, esa opresora rutina que nos ha convertido en títeres sin sueños ni deseos, que ha hecho de nuestros destinos una prisión, y de nuestras vidas una constante repetición de 24 horas.

Que no conozcamos el verdadero sentido de nuestra existencia, si es que existe, no significa que tengamos que dejar nuestras vidas en manos de una sociedad que cada día nos mecaniza un poco más. Esto lo conozco muy bien. Y es por esta razón, exactamente por esta, que me he dado cuenta que si no pertenezco a ningún lugar más que a esas cadenas de polvo asfixiante y gris, empieza a ser hora de que encuentre esos lugares que hasta ahora solo se me ha permitido visitar durante las 8 horas de sueño. Empieza a ser hora de encontrar los colores que se esconden más allá de las rejas del día a día. El cían del cielo, el blanco de la nieve gélida, el verde de las llanuras tras esas montañas colosales que solo he podido conocer en las interminables clases de geografía.

Abrir un mapa, agarrar un velero de madera firme y navegar hasta que el sueño me lo impida. Dormir en los brazos de un océano infinito y profundo, lleno de criaturas que iluminan el abismo mientras las estrellas que exploran la noche oscura se convierten en la audiencia de mi dormir en libertad. Hacer de estas estrellas mi propio planetario, y del mar mi pecera eterna.

Llegar a una isla paradisíaca, gobernada por las más relajantes brisas del trópico y dejar que sus paisajes me permitan olvidar la soledad. Encontrar una pequeña aldea pescadora de tesoros marinos y recolectora de los frutos de esta tierra libre. Vivir, dormir y despertarme en una cabaña de bambú y hojas, sin importarme que gran tormenta me azotó ayer. Adentrarme en las profundidades de una jungla verde, y poder sentir la refrescante humedad en mi piel estriada. Perderme solo para poderme encontrar otra vez. Y conocer cada día una nueva forma de desaparecer de los mapas, sabiendo que nada ni nadie me espera más allá del mismo presente.

Cabalgar sobre criaturas cuya existencia jamás había imaginado, bajo la supervisión de un sol rojizo decayendo en el lejano horizonte de unas infinitas llanuras. Y así, entre las refrescantes brisas del atardecer, abrir los ojos para darme cuenta de que esos anhelados colores están más cerca de mí de lo que jamás lo habían estado.

Sentarme en un pequeño banco de madera roja iluminado por una inmensa luna azul, y presenciar con emoción todo tipo de ceremonias y celebraciones, de los habitantes de unas tierras perdidas por la ignorancia, donde el papel y la tinta no existen, pues todo lo aprendido y por aprender solo puede escribirse en un lugar... en nuestras memorias. Preguntarle a los vientos de oriente, ante ese espectáculo de luces y sonidos nuevos para mí, si alguna vez ya he estado aquí, y si alguna vez volveré.

Despertar de nuevo en el infinito manto del océano, y sentir la sal ligera pegada en mis párpados sin importarme, mientras el pequeño barco navega sin prisa en busca de un irreal horizonte. Irreal porque nadie ha estado aquí para delimitarlo.

Conocer las invisibles ciudades de relucientes edificios de cristal azul, de todos aquellos que un día renunciaron a todo, y lo consiguieron todo y más. Un mundo donde las únicas lágrimas derramadas son fruto de la felicidad. Un mundo donde vivir no es un trámite, pues la vida no se encuentra entre dos muros. Un mundo donde vivir es la única excusa para ser libre. Y si una cosa es cierta es que de vidas solo hay una… Una, cómo los minutos que quedan para que termine la clase.

Me froto los ojos desorientado, y observo cómo todos mis compañeros e incluso yo mismo, cómo programados, nos levantamos del asiento y cruzamos la puerta del aula para volver a casa, y regresar de nuevo aquí mañana. Pero esta vez puedo sentir cómo una gran parte de mí aún sigue allí, tan lejos. Veo el mar azul desde las ventanas de este edificio y hoy puedo decir sin duda alguna que algún día volveré allí a por ella. Y que de momento, esta parte de mí me espere en el paraíso, mientras yo aún siga dibujando mi mapa.

6 comentaris:

  1. Con ganas de seguir descubriendo tu mapa!! Buen relato

    AD

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  2. El mundo deseado, primero se debe soñar.....escribirlo y describirlo es una manera de seguir soñando !!

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  3. Fantàstic escrit, m'ha transportat als meus pensaments més íntims i als meus desitjos d'aventura. Llegint la teva narració he he recordat una cita de la Helen Keller, Life is either adventure or nothing at all. M'encanta aquesta forma inconformista de veure la vida i es fantastic que ho hagis plasmat d'aquesta manera tant visual en aquest conte. Felicitats!!!

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    1. M'alegro que t'hagi agradat :-D. No havia sentit mai aquesta cita, però és molt interessaant!!!

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