divendres, 17 de novembre del 2017

TATUADOR DE TATUAJES

Quedaba muy poco para que cerrase el local, media hora más o menos, cuando una visita inesperada hizo crujir las bisagras de la puerta del salón de tatuajes.
Apurando un poco ¿no? —preguntó el dueño al transeúnte que, un tanto desconcertado observaba los viejos y ya amarillentos pósteres de películas colgados en las paredes del establecimiento.
Éste ha sido un día largo —murmuró ese hombre, dirigiendo hasta el anfitrión una fatigada sonrisa bien cargada de ironía.
24 horas exactamente —se burló amistosamente el propietario—. Los días suelen durar 24 horas; pero créeme si te digo que habrá un día en el que echarás de menos todo el tiempo que hoy te ha sobrado. Así pues ¿En qué puedo ayudarte?
No lo sé, la verdad —respondió el cliente con un vago suspiro—. Un amigo me recomendó éste local. Me dijo que me iría bien pasarme por aquí. ¿Alguna sugerencia especial para un cliente bastante tozudo con severo estrés y muy adicto a la cafeína?
Creo que lo que andas buscando es una palmadita en la espalda, y una buena patada en el culo —bromeaba el viejo tatuador frotando con las yemas de los dedos su mostacho gris de motero americano—. Muchos de mis clientes suelen pedir que les tatúe un poco de fe cristiana, pero no te veo con demasiadas ganas de querer visitar la iglesia cada domingo.
Sinceramente, no veo como creer en dioses me podría resultar útil.
Entonces necesitaré que me cuentes por que azares del destino has venido a visitarme hoy —reclamó el dueño, manteniendo su serenidad y su cordialidad.
En realidad creo que solamente es curiosidad —respondió el visitante con una notable apatía—. ¿La gente suele explicarte todos sus tormentos?
Así es.
Entonces usted debe ser una especie de psicólogo, motero, monje purgador, dibujante loco, y…
¡Y cocinero! —sonrió el anciano—. Me encanta cocinar, sobretodo para mis nietos Dorothy y Chalie. Este viernes vendrán a verme ¿No es fantástico?
Y cuénteme —insistió el hombre— ¿usted disfruta escuchando a diario los dramas de las otras personas? ¿Le parece algo morboso? ¿O tal vez le deprimen?
¡En absoluto! Pero sí disfruto sabiendo que cuando salgan de este salón, todos esos dramas desaparecerán de sus mentes para siempre.
Usted me recuerda a no sé que… —añadió el cliente, en un tono absurdamente reflexivo—. Quizá a algún personaje de alguna película de esas en las que un viejo chino enseña artes marciales a… bueno ¡no me haga caso!

Ambos individuos se acomodaron en el desordenado escritorio lleno de documentos y extravagantes bocetos, ubicado en el mismo salón de tatuajes. El viejo propietario, inmerso en la espontánea entrevista que ese señor le había brindado, decidió ignorar sus horarios y ofreció una cerveza a su cliente. Al fin y al cabo, nadie le esperaba hoy en casa, por lo que no tenía ninguna prisa para cerrar el local.
El otro día vino un muchacho. Un chico desesperado porque le aterraba el futuro. Me habló de accidentes, holocaustos y todo tipo de eventos deprimentes. Era “diez-y-seis años de trauma” con patas. Ese chico estaba sediento de optimismo y ni siquiera era consciente. “Necesito que me tatúes amnesia para borrar mis miedos y empezar de cero” me decía.
¿Y le hiciste caso?
Obviamente no. Pedir amnesia es un verdadero disparate. Aunque parezca una solución rápida, uno puede repetir los mismos errores y volver a hundirse sin aprendizaje alguno. En cambio el optimismo se propaga rápidamente y lo que es más importante, te ayuda a darte cuenta que las mismas cosas que antes te aterraban se pueden ver desde una perspectiva totalmente positiva, sin necesidad de olvidarlas. Así que le convencí y él confió en mi.
Si me cuentas esto, supongo que todo salió bien... —dedujo el “ahora invitado” del tatuador.
Todo salió perfecto. De los mejores tatuajes que jamás he hecho. Aunque no creas que tengo reparo en confesar mis errores —quiso aclarar el anciano—. De hecho, un hombre entró aquí ayer, y se sentó en la misma silla en la que estás ahora sentado. Había sido cliente mio hacía ya 20 años. En ese entonces era un jovencillo que quiso tatuarse “Rebelión adolescente” y yo le di lo que buscaba sin osar preocuparme por las consecuencias. Ayer tuve que borrar dicho tatuaje porqué el pobre no podía permanecer más de una semana empleado. ¿Suena ridículo, eh?
entiendo —suspiró el invitado con la mirada perdida en su dorada botella de cerveza.
Uno tiene que ser muy, muy consciente de aquellas ideas que necesita, y de aquellas que no —pronunció el propietario con cierta sabiduría—. Hablo desde la experiencia.
Dígame —dijo el curioso cliente alzando su mirada—. ¿Tiene usted algún tatuaje?
Le mentiría si le dijera que no. Antes de iniciar mi negocio me dibujé un poco de confianza en mi mismo y… bueno tal vez me hice un tatuaje algo más importante.
¿De que se trata? —preguntó el cliente cada vez más excitado por las historias de ese viejo artista—. ¿Le importaría contármelo?
¿Sabes guardar un secreto?
¡Por su puesto! —afirmó el hombre con destellante intriga.
Tienes que prometérmelo.
Claro; ni lo dude.
El tatuaje más importante que me hice es el del remordimiento. Remordimiento por engañar a todos y cada uno de mis clientes. No existe tinta alguna que pueda escribir sobre la mente humana. Yo solamente me dedico a convencer a toda esa gente de todas esas cosas que ellos mismos no se atreven a decirse. Resulta increíble cómo con la simple semilla de una idea impuesta por otra persona, puede un ser humano transformarse. El poder de cambiar reside en uno mismo, pero a veces una simple historia de fantasía de un viejo bigotudo puede ayudarte a encontrar ese poder dónde antes solo había niebla. Ésta es la verdadera magia de mis tatuajes. Y tu, amigo mio, ya tienes mi tatuaje terminado. Espero que lo disfrutes el resto de tu vida.