—Buenos
días Sujeto número 99, me han dicho que querías hablar conmigo.
—Así
es… ¡Toma, Teresa! Te he traído unas flores… son del laboratorio...
pero bueno… son flores.
—Oh…
¡Qué mono! Dime ¿qué es lo que te pasa, eh?
—Verás…
sé que he insistido antes en ello, pero necesito que me dejes vivir.
—¡Aha!
—¡La
vida es maravillosa! ¡No quiero perderla! Y menos por el hecho de
haber nacido en este sitio.
—Hijo…
entiendo por lo que estás pasando. ¡De veras!
—¿Entonces
por qué no dejas de tratarme como un sujeto destinado a morir en tus
ensayos, aunque sea por un instante? ¡Amo la vida! ¡Te lo juro! No
me hagas esto…
—Sujeto
99, yo te entiendo… pero tienes una idea de la vida absolutamente
idealizada. Jamás en tu vida has salido de este laboratorio. No
tienes ni una mínima idea de lo que hay allí fuera. Hay muchas
cosas malas… gente mala, desastres naturales…
—Pero
esque a mi esto me da igual. ¡No quiero morir! ¡No sin haber vivido
antes! Te lo suplico… haría lo que fuera para que no me matases.
¡Por favor! ¿Me darás una oportunidad de seguir con vida?
—No.
—¿Pero
por qué? Sé que me creasteis expresamente para destruirme con
vuestras armas experimentales. Soy consciente de que ni siquiera soy
un verdadero ser humano. Sé que tu tarea es matarme, como has matado
a decenas más como yo. Pero a pesar de ello, sabes que he hecho todo
lo que ha estado en mi mano y más durante todos estos días para
evitar este destino.
—Hijo…
siento mucho que todo esto te esté haciendo daño. Pero es que no
puedo sentir ni una mínima empatía por ti. Eres un sujeto de
pruebas, y nunca dejarás de serlo.
—Dejaría
de serlo si tú dejases de tratarme como tal.
—La
cosa no funciona así.
—¿Por
qué no? Antes que sujeto soy un ser con sentimientos… y sé con
total seguridad que quiero seguir viviendo… aun no haber vivido
nunca antes realmente.
—Lo
sé.
—¿No
vas a dar ni una mínima validez a mis suplicios? ¿Nada? ¿Soy
realmente tan insignificante?
—Si
entendieras mi trabajo, tú mismo te responderías a todo esto… .
De todos modos, agradezco mucho las flores que me has traído.
—Las
agradeces… pero no las escuchas. ¿Qué demonios debo hacer más
para que te apiades de mí? Solo quiero ser como las otras personas
de este maldito mundo…
—No
puedes hacer nada… es lo que te ha tocado. De veras que lo siento,
pero la cosa va así. Si quieres, como mucho puedo mandar a mi
compañera para que sea ella quien te despedace…
—¡Memeces!
Yo no quiero esto.
—¿En
serio? Es una chica muy simpática, y tiene unas manos suaves como la
seda. Tal vez te convenga… ya te la presentaré uno de estos
últimos días tuyos.
—¡No!
¡Basta!
—Vale…
hablemos de otras cosas ahora… que ya veo que este tema a ti te
pone algo nervioso.
—¿Leíste
ese poema que dejé escrito en las paredes de mi celda?
—¿Ese
que habla de las cosas que harías si pudieses seguir viviendo?
—Ese
mismo, sí.
—Era
precioso… me pareció muy, muy bueno. Se te da genial todo esto de
escribir. Pero tengo que decirte de nuevo que tienes la vida del todo
idealizada. La vida no es tan perfecta como tu la describes hablando
des del puro desconocimiento… ¡para nada!
—Así
es como me gusta verla, y así es como la vería si pudiese. Así me
hace sentir en realidad. Sé que también tiene cosas malas; es
inevitable; pero mientras tenga las cosas buenas… ¿qué problema
hay?
—Esto
está muy bien… ¿Escribirás más cosas antes de fallecer?
—No
lo sé… ¿Serviría de algo?
—No.
—Ya…
claro que no… ¿por qué pregunto?
—…
—¿Y
ahora qué?
—Ahora
vuelves a tu celda. ¿Qué vas a hacer cuando regreses?
—No
lo sé… nada… . Me voy a mi celda, regreso el día de mi
ejecución, y dejo que la historia me abandone en el olvido para
siempre, como el mísero sujeto de pruebas que inevitablemente me ha
tocado ser.
—Quizá
exista la reencarnación y puedas renacer en una vida brillante y
soleada… .
—Yo
no busco una vida brillante y soleada. ¡Yo quería esta vida! Sólo
necesitaba esta… ¡Nada más! No quiero mal a nadie… solamente
ser feliz, y…
—¿Y…?
—Pfff…
en realidad… ni te imaginas como envidio a toda esa gente que puede
despertarse cada día sabiendo que podrán ver el Sol salir con
absoluta seguridad, y ya ni siquiera dan gratitud a este hecho… .
Me muero por vivir… aunque jures entenderlo, puedo asegurarte que
no estás comprendiendo nada. Solamente ves lo que te conviene e
ignoras el resto por que sabes que aquí quien tiene el control eres
solamente tú misma. Ahora si que no sé que voy a hacer.
—¡Anda!
Vete a descansar. Ya hemos conversado lo suficiente… te vendremos a
buscar el día de tu final.
[…]
—”Buenos
días Señorita Lars. ¡Bonitas flores! ¿Se las ha regalado
alguien?”
—Buenos
días Asistente Glados. Sí, pero nada importante… un sujeto
defectuoso bastante cabezota.
—”Vaya.
¿Y qué quería?”
—Tonterías…
cree que sabe lo que quiere, pero solo son juegecillos de su cabeza desestabilizada. Por cierto,
Glados. ¿Podrías ir preparando todas las nuevas herramientas para
ejecutar al Sujeto 99 para mañana mismo? ¡Que esta noche me han
invitado a una fiestaza en la playa y no me le puedo perder para nada
del mundo!
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada