dilluns, 19 de febrer del 2018

HEXENNACHT

Ya lo estoy sintiendo. ¡Cuanto lo echaba de menos! Esa sensación… ver como empiezo a recuperar los sentidos uno a uno. Volver a oír los cuervos sobrevolando mi tumba y gimiendo con desprecio al no encontrar más que huesos y mugre. Ver de nuevo estos parajes yermos y grises cobrar forma ante mi figura en resurrección, en horas oscuras de brujas y fantasmas. En tiempos de olvido y rechazo. Cuando la luna se alza hasta el bello centro exacto de la cúpula celeste y, por una noche más, la ciencia pierde toda esa coherencia que ayer la convertía en un “todo” creíble, y hoy solo es una mera religión más. ¿Qué poético, no?

30 de Abril; Hexennacht; noche de juerga para todos aquellos que dejamos de pertenecer al mundo. Como me alegro de que por fin haya llegado esta fecha. ¡La “nada” es realmente aburrida! ¡Anda si lo es! Ya podrían haber dejado un par de sudokus por allí, o algún libro medianamente interesante. ¡Bueno… tampoco nos precipitemos, eh! que a veces el vacío absoluto es más entretenido que depende de qué libro. Hablo por experiencia propia.

Creo recordar que el año anterior fue un verdadero desastre. ¡De hecho estoy seguro! Me moría de ganas de hacer de todo a lo largo de la noche… y con la torpeza de las prisas, terminé atascando las cadenas de mi cuerpo incorpóreo en mi misma lápida. Una hora entera necesité para deshacer ese maldito lío y cuando por fin logré salir del cementerio, con cinco horas de margen, decidí hacer una visita a mi tío Donald; mi único pariente. El pobre falleció de un infarto al verme… . Fue una pena, la verdad, porqué le había escrito un poema realmente bonito y conmovedor. En fin… solo espero no encontrármelo esta noche por las calles. La primera noche como muerto viviente es realmente intensa, y no quiero ser yo quien le tenga que resolver dudas cómo “Por qué estoy despierto”, “Cuánto tiempo llevo muerto”, O si se puede uno quedar ebrio después de morir. (Psst… guardadme el secreto... ¡Se puede!).

Este año todo irá mejor. Me siento bastante optimista. Con las seis horas por delante cualquiera es optimista. ¡Tengo cosas tan especiales por hacer!… Y tantas que no llegaré a conseguir… ¡Vale! Esto no ha sonado demasiado positivo. Mejor empiezo a salir de este agujero con cuidado… ¡esto de ser fantasma me mata! Por lo menos las momias y los zombis controlan su morfología física, y saben donde meten las manos... ¿En qué carámbanos estaría yo pensando cuando me metí en la Facultad de Parapsicología y Esoterismo? Es que ese maldito Poltergeist me la vendió tan bien... ¡Menudo cretino! ¡Como llegué a aburrir las “Ciencias del Ectoplasma”! ¡De verdad! ¡Que asco!

Cruzo las rejas del cementerio y me dirijo a la ciudad a paso acelerado. La calle principal está poco transitada esta noche; la mayoría de personas están en los bosques celebrando la efemérides de esta ceremonia. Algo bastante absurdo, pues uno no se da cuenta del valor que tiene hasta que la palma. Pero bueno… los vivos haciendo el muerto por allí, y los muertos haciendo cosas de vivo en sus calles. Suena divertido.

Hace un par de años me encontré en este mismo punto de la ciudad con un desfile de celebridades del mundo paranormal. “Bloody Mary”, “La Chica de la Curva” que no hacía muy buena cara, y hasta el travieso de “Charlie-Charlie” andaba por aquí con su buen par de lápices. Internet ha hecho mucho daño a este mundillo... aunque me atrevería a decir que el cine más… ¡Cómo si los espectros no tuviésemos nada mejor que hacer que ir cerrando puertas por allí, e ir jodiendo a familias poco estabilizadas durante sus mudanzas! ¡Esto es muy racista y ofensivo! Supongo… .

Aún así hay algo que me conmueve en todo esto… hecho mucho de menos ir al cine con amigos, y burlarme de esos espectros de cartón. Hecho de menos relacionarme con gente y poder celebrar esos festivales sin la necesidad de estar involucrado en su significado. Hecho de menos la luz del Sol que me alumbraba cada mañana y entonces no supe apreciar. Bien… ¿Os puedo confiar algo? Llevo la eternidad preparando un plan…: resulta que me explicaron una historia hace muuuchos años, cuando estaba vivo por su puesto; no llevo tanto tiempo muerto…; un relato que narraba las anécdotas de una misteriosa hechicera pagana que vivía en un laboratorio oculto bajo el subsuelo de esta ciudad. Nadie conocía su verdadero nombre, un poco triste, la verdad; pero la mayoría la conocía como la Bruja de Aranei. Famosa por su despampanante belleza sobrenatural, sus deliciosas galletas de manteca bajas en gluten... y sus constantes y mórbidos rituales de sangre que abrían paso a la Tierra a miles y miles de seres del averno sedientos de almas en pena y horripilante muerte y devastación… . Tampoco se le daba mal jugar al tenis.

Detestada por los vecinos de su ciudad, la Bruja de Aranei fue desterrada y encarcelada en un islote de rocas afiladas a dos kilómetros y medio del puerto de la ciudad; palmo más, palmo menos. Se le prohibió estrictamente volver a tierra firme, pues en caso de hacerlo, sería condenada a la hoguera de inmediato; un clásico. Y así fueron pasando los años hasta que la calma y la serenidad regresó a esa pequeña urbe germana.

Pero no contenta con su nueva sentencia de indefinida duración, la hechicera decidió elaborar un último ritual que haría que los habitantes de la ciudad se acordasen de ella para toda la eternidad: una vez al año, durante la noche de Hexennacht, noche por excelencia de brujería y magia oscura, los olvidados muertos volverían a las calles para sembrar el caos y el pánico en la sociedad. Así se vengaría de todos aquellos que la sometieron a tal inhumano castigo. Obviamente el plan no le salió muy bien, que digamos… sí, los muertos despertábamos anualmente, pero de sembrar el caos poca cosa, la verdad… al fin y al cabo no eramos más que los mismos mindundis que habíamos sido en vida, pero un poco más paliduchos y despeinados. A demás, la mayoría pasamos desapercibidos; pues la transparencia no ayuda demasiado a la hora de llamar la atención… esto son cosas que habría que ir puliendo cuando una quiere provocar alborotos de tal magnitud. Pero bueno… y con este espectáculo de absoluta mediocridad termina este relato.

¡Ah, sí! ¡Mi plan para esta noche! ¡Fácil! Encontraré a la Bruja de Aranei antes de que mi tiempo se agote, y le pediré una prolongación de mi despertar. Quiero volver a ver el Sol y sé que solo ella puede concederme ese don… . ¡Quiero volver a ver la vida con mis propios ojos a pesar de llevar tanto tiempo difunto! Estoy cansado de vivir solamente unas pocas horas al año. Llevo literalmente años estudiando su paradero y el modo de llegar. Al principio pensaba que solo era un cuento de charlatanes, y que las brujas no existen en el mundo real; que solo son leyendas que sirven para asustar a los niños… . Luego me acordé de que soy un fantasma y entonces entré en razón.

Hallé tras una exhaustiva investigación la supuesta isla de la hechicera, todo gracias a vender mi alma a un diablo llamado “Google Earth”. Después conocí al Conde “Trip Advisor” y éste me mostró un sombrío sistema de excursiones nocturnas turísticas en barco, cuyo destino es la misma roca que yo andaba buscando. Ahora solo debo llegar al puerto y coger uno de esos barcos. ¿Qué podría salir mal?

A medio camino la cosa empieza a salir mal. Caminando cerca de un pequeño parque de esos que vienen con “pipican” incluido, un grupo de jóvenes humanos encapuchados todavía mortales empiezan a llamarme desde las penumbras proyectadas por un viejo y retorcido roble. Me acerco bastante confuso. ¿Cómo diantre me han visto? Luego me doy cuenta de que están jugando con una vieja y polvorienta “ouija” que, al parecer, me ha detectado como “Espíritu residual genérico”.
¿Cómo que “Residual genérico”? —pregunto furioso.
Oye Hans, creo que he captado una psicofonía… —dice uno de los jóvenes al que parece ser el líder del grupo.
¿Que ha dicho, Morris? —pregunta el llamado Hans.
No lo sé… apenas he podido distinguir su voz. Estaré atento con la grabadora de sonidos a ver si logro captar algo más. ¿Hay algún espíritu residual genérico por aquí? ¡Manifiéstate! —grita el chico.
¡Me cago en tus ectoplasmas! ¡Residual genérico es lo que será tu abuela! —me altero. A continuación, gracias a la carga de energía paranormal de los objetos, puedo coger el vaso que deslizan por el tablero con el que tratan de conseguir palabras, y empiezo a arrastrarlo de canto a canto hasta transcribir todo tipo de insultos en letras. Los chicos se asustan ante los inesperados movimientos de su vaso. No creo que hayan llegado a leer lo que les he dicho, pero me siento satisfecho de haberles proporcionado un mal rato. Pero cuando me doy la vuelta para marcharme de ese parque, un inmenso y ominoso espectro me agarra con sus manazas y me eleva del suelo.
¿Con quién tengo el placer? —digo nervioso tragando inexistente saliva.
Soy la abuelita de Morris… —responde con un gruñido.
Vaya, parece que la eternidad le ha sentado bien… .

Me escurro de entre sus dedos gargantuescos y empiezo a huir hacía los callejones cercanos que yacen infestados de espíritus de todas formas y tamaños. La abuelita cuyos macarrones por si a caso no probaré, empieza a perseguirme arrasando con todo aquel espectro que se entromete o se cruza accidentalmente en la persecución. No es hasta que alcanzo los bosques oscuros de las afueras que no logro perderle de vista. Desafortunadamente este evento me ha desviado totalmente de mi ruta. El puerto debe de estar a varias horas de aquí… ya solo dispongo de cuatro horas y media y, de hecho, no tengo ni idea de dónde me encuentro ahora mismo. ¿Para qué ser optimista si está claro que algo malo va a pasar? Bueno, de algún modo hay que rellenar este cuento ¿no?

Me acerco a unas fogatas que arden en medio de un descampado. Una gran multitud canta, bebe y regurgita cerveza a la luz de las brasas mientras otros bailan con disfraces de brujas, de hechiceros y algún que otro tiranosaurio rex que estaba de oferta. Así solía celebrar yo estas fechas cuanto estaba vivo. Estar aquí me llena de nostalgia y de bilis humana… sobretodo de nostalgia. Me quedaría toda la noche viendo a ese puñado de imbéciles saltando como sapos por encima de las hogueras, pero este año tengo algo mucho más importante que hacer.

Reencuentro las calles y vuelvo al ruedo con ya solamente cuatro horas en el bolsillo. Mi marcha hasta el puerto resulta bastante tranquila, sospechosamente tranquila; pero todo el bienestar se reduce a cenizas cuando me doy cuenta de que mi barco ya ha zarpado hace rato. ¡Por mi alma inmortal! ¿Qué voy a hacer ahora? No pienso esperar un año más para poder avanzar en esto… necesito reaccionar. ¡Necesito arreglar esto inmediatamente!

Veo a un espectro solitario en las lejanías del puerto. Parece un viejo y putrefacto marinero. Por lo de viejo y putrefacto de poco me servirá, ¿Pero marinero? ¡Los marineros tienen barcos! ¿No? Quien sabe…
¡Oye mozo! ¿En qué año estamos? —me pregunta el difunto anciano secretando limo verde asqueroso por todos los orificios de su rostro, que no son pocos… .
¿Por qué quiere saberlo? ¿A caso tiene una cita, capitán? —bromeo.
¡No soy ningún capitán! No sin mi barco…
¿Tiene usted un barco?
¿Si tuviese un barco crees que habría dicho lo que te acabo de decir, maldito holgazán?
No.
Esto está mucho mejor.
¿Tuvo usted un barco, entonces?
¿Si no hubiese tenido un barco crees que te habría mencionado a MI barco, cuya ausencia me deniega el título de capitán?
No.
Así me gusta, que seas racional, chico…
¿Quiere decirme qué le pasó a SU barco?
Si quisiese lo habría hecho.
Necesito una jodida embarcación antes de que termine Hexennacht… estoy buscando a la Bruja de Aranei. Tengo que hablar con ella.
¡Menuda cabeza de chorlito! —me insulta—. ¡A esa mujer no la ha visto ni Popeye! Y mi barco… mi barco fue devorado por un gran tiburón blanco justo antes de arrojarme al agua y masticar mi cara con sus dientes afilados como navajas. Poco te puedo ayudar, más que en darte algún consejo de belleza —dice soltando escandalosas carcajadas.
¿Y sabrías decirme dónde puedo hallar algo para adentrarme en el mar? ¿Algo que flote y que pueda manipular con mis manos gaseosas? ¡Espera! ¡Acabo de tener una idea! Tengo que irme un rato… ahora vuelvo.

En poco más de media hora, me encuentro corriendo a toda velocidad hacia los muelles del puerto, con la agradable compañía de la abuelita de Morris pisándome los talones y haciendo temblar sus grotescos apéndices de translúcida carne muerta justo detrás de mí. Y al llegar al borde del muelle, me lanzo al agua seguido de esa monstruosa masa viviente, cuyo cuerpo empieza a flotar y a moverse con injustificadísima e irracional agresividad, hasta que irónicamente pierde la consciencia. Me sentiría fatal por lo que acabo de hacer, de verdad; pero la abuelita todavía tiene toda la eternidad por vengarse de mí. ¡Ahora ya tengo transporte! La próxima vez mejor trato de no perder el barco… .

Dejo atrás el puerto y al nauseabundo marinero, y empiezo a navegar por las nocturnas aguas del Mar del Norte, usando ese par de monstruosos brazos cómo remos. El viaje resulta un tanto incómodo. ¿Para qué mentir? Cabalgar las olas sobre los lomos de una anciana con problemas de ira, no estaba precisamente en mi lista de cosas por hacer durante esta noche. ¿Pero qué es la vida sino una sorpresa tras otra? ¡Espera! Vida no es la palabra adecuada en mi situación.

Veo las rocas negras del lejano islote apuñalar la sangrienta luna de esta noche. Cuanto alcanzo tierra me despido de mi, ehem... “embarcación”… y me adentro en las tinieblas de ese lugar. Desde aquí puedo ver a los turistas sacando fotos con sus cámaras al monumento dedicado a la Bruja de Aranei.

Ya solamente me quedan diez minutos, y empiezo a sentir como mi cuerpo vuelve a ser reclamado por mi tumba un año más. ¡Se me acaba el tiempo! Me aproximo a ese monumento tallado en roca y de repente, por arte de magia, todos los humanos que se encontraban aquí de excursión desaparecen en una neblina negra que me deja completamente solo en la penumbra, pero súbitamente, un circulo de incandescentes antorchas se enciende a mi alrededor.

Debes estar muy desesperado por haber decidido gastar todo tu valioso pero escaso tiempo solo para llegar hasta aquí —dice una profunda voz masculina procedente de las sombras.
Parece ser que mis amigos están de exámenes y no han podido salir esta noche.
Eres muy gracioso, efímero espectro residual genérico. Espero que tu insensatez no esté a la misma altura que tu estúpido humor.
Pfff cuanto odio este nombre… ¡He venido a ver a la Bruja de Aranei!
De repente, una larga y gigantesca pata de arácnido entra en el círculo iluminado en el que me encuentro, y me hace retroceder un paso aterrado.
¿Qué te hace pensar que la Gran Hechicera de Aranei quiere verte a ti?
No creo que tenga muchas ganas de verme… de hecho, sería bastante extraño que supiera quien soy… .
¡No subestimes sus infinitos dones!
Precisamente es de sus dones de lo que quiero hablar… ¡Necesito tiempo! Necesito que me permita quedarme en el mundo. ¡Estoy harto de la soledad! Hecho muchísimo de menos la vida… .
La gran araña que me acechaba entra entera en el circulo, dejando al descubierto sus rojos ojos que se me acercan.
Esto acojona bastante… —suspiro nervioso.
Dime, pequeño espectro. ¿Qué estarías dispuesto a hacer para que la gran Aranei escuchase tus plegarias?
¡Lo que hiciese falta! ¡Sin duda! Cualquier cosa… no me importaría nada. ¡Lo juro!
Tu ingenuidad es digna de adorar… .

Las antorchas se apagan y entre la oscura niebla se abre un portal de luz blanca. Trato de alcanzarlo, pero mis cadenas están atadas fuertemente en una roca, y no hay modo de deshacer el nudo. ¡Sabía que debería haberme quedado con la simple sábana blanca de toda la vida! Dicho esto, y ya sin nada más que hacer por hoy, me despido de los últimos segundos que me quedan. Ahora ya hasta la próxima vez no habrá nada, más que vacío y soledad profunda. Hexennacht ha terminado un año más.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada