Querido Harold:
Amigo mío, sé de sobras que siempre
has sido una persona escéptica, más nunca has creído nada que tus
ojos no te hayan podido demostrar, y ni siquiera así te has
permitido confiar; pero si hoy escribo estas palabras, es para
contarte algo que va más allá de mi propio entendimiento y
raciocinio, y sin embargo me ha cambiado la vida.
Hace cosa de un par de meses, tras el
último atraco al banco central de Dashville, si no me falla la
memoria, tuve un sueño extraño:
Me hallaba completamente solo en un
misterioso templo, patrimonio de una religión que desconozco por
completo y que, de hecho, es muy probable que ni exista en el mundo
real. Yo estaba allí arrodillado ante una especie de altar de madera
blanca, y aun ser abiertamente ateo, no tenía intención de
marcharme… al parecer, estaba allí por voluntad propia; creo que
estaba esperando a alguien o a algo. Yo rezaba unas misteriosas
palabras constantemente… no entendía por qué, ni qué
significaban, pero lo hacía sin parar… Iris Caelum.
Juraría que
eran exactamente estas.
No sé
si tienen algún significado auténtico. Solamente logré descubrir
que Iris es el nombre
de una divinidad griega, y Caelum significa
“cielo” en latín antiguo. Una mezcla desconcertante, la verdad…
todavía me pregunto cómo mi
mente pudo proyectarme estas palabras en sueños si nunca antes en mi
vida las había escuchado, y
mucho menos usado.
Tampoco
me obsesioné demasiado en darle un sentido etimológico a todo
eso, así que en ese instante
decidí dejar
de darle importancia.
Unos cuatro días más tarde, la
policía del estado llamó a la puerta de la habitación del motel
donde me hospedaba. Entonces me asusté bastante, pues aun saber que
allí no tenía ninguna evidencia física que me incriminase sobre
mis delitos de antaño, ser un fugitivo y encontrarme cara a cara con
la pasma no podía llevar a nada bueno.
Un tal agente Nolan me estaba
esperando fuera de la sala. Un tipo sarcástico… un tanto frío.
Cuando le invité a entrar, empezó a hablarme sobre el tiempo, vinos
de la zona, algún que otro atraco masivo… . No hace falta que
cuente lo incómodo que me sentía en ese instante, recibiendo todo
tipo de acusaciones disfrazadas de ironías de un policía sin
pruebas suficientes para detenerme. Me dejó una fotografía sobre la
mesilla del salón. “A ver si te dice algo” me dijo antes de
partir, mientras se encajaba las gafas de sol en su cara burlesca.
“Volveremos a vernos dentro de una semana”.
Llevaba mucho tiempo esperando a
recibir esa fotografía. Y haber convertido a ese estúpido agente en
nuestro mensajero de correos, resultaba tan humillante que daba hasta
cierta risa y vergüenza ajena. En esa fotografía se encontraba el
paradero exacto donde mis compañeros de crimen, que al parecer ya
habían sido detenidos, escondieron todo el botín tras el último
atraco: el patio trasero de un viejo y lejano bar de carretera
llamado “Rottenmount's Cantine”.
Que esa fotografía hubiese llegado
tan fácilmente a mí, parecía un exagerado golpe de suerte. Una
amable jugada de un destino caprichoso que esta vez había decidido
sonreírme. Sin embargo esas misteriosas palabras regresaron a mi
mente como por arte de magia… ¿¡Y si Iris Caelum tenía
algo que ver con todo esto!?
Sin tiempo que perder, preparé mi
coche con todo aquello que podría hacerme falta durante la travesía
que me aguardaba. Ropa de recambio, un mapa del estado, algo de agua…
pero ese extraño nombre que se había manifestado en mis sueños
seguía persiguiéndome allí donde yo iba, así que sin opción
alguna, también tuve que cargarlo en mi coche.
Ya llevaba varias horas conduciendo
por el basto desierto norte-americano y no hallaba escondite de Iris
Caelum. Era tan sumamente abstracto que me estaba empezando a
asustar, pues aun estar totalmente solo en mi coche, podía sentir
desde muy cerca sus suaves manos guiándome por esa infinita
carretera. Indicándome el camino correcto que seguir. Ya casi
manejando el volante por mí.
Mi corazón dio un giro cuando a media
ruta me encontré con un imprevisto control policial rutinario. Nada
que temer a menos que lleves un coche robado y seas un fugitivo de la
ley en busca de un botín, fruto de un reciente atraco de gran
escala… . Los agentes me obligaron a parar, y me pidieron esa
documentación de la que yo no disponía. Pensaba que ya no tenía
escapatoria, y tengo que admitir que por un momento se me ocurrió
huir de un volantazo; aunque no hubiese llegado nada lejos.
La situación cambió de repente
cuando una leve brisa rozó mi oreja insinuándome que ella ya se
encargaba de todo… tal vez creas que deliro, Harold, pero puedo
jurarte por lo que más quiera, que en ese preciso instante,
milagrosamente, un camión de mercancías se accidentó con dureza
contra una central petrolera muy cercana, y la policía tubo que
dejarme marchar y ocuparse de ello. Esta vez estaba claro: Iris
Caelum estaba aquí conmigo, y me acababa de salvar.
Arranqué el coche riendo a poderosas
carcajadas, dominado por la adrenalina de la situación, y un macabro
sentimiento de absoluta confusión inyectándose en mis venas.
“¡Bendita seas Iris Caelum!” grité eufórico mientras
cada vez estaba más cerca de mi destino.
Entonces me di cuenta de todo: Iris
Caelum estaba en todas partes. Iris Caelum se encontraba
en los primeros rayos de luz de la mañana que alumbraban mi eterno
camino… Iris Caelum estaba en esos pájaros que volaban
siempre en esa dirección que yo necesitaba encontrar… Iris
Caelum era todos y cada uno de los baches que hacían de mi
viaje, una verdadera aventura. Con Iris Caelum me di cuenta de
que ya no tenía nada que temer.
Llegué a Rottenmount's Cantine cuando
el Sol ya descendía por el oeste, y esa misteriosa fuerza que me
abrazaba ya me tenía una resistente pala de acero preparada en el
patio trasero del local. Esperé en el coche hasta que vi como los
últimos clientes abandonaban el establecimiento, y las luces de la
cantina se cerraban por completo para finalizar la jornada. Entonces
empecé a actuar silenciosamente.
En poco menos de una hora ya había
desenterrado todos aquellos paquetes llenos de dinero que mis
compañeros habían enterrado semanas atrás. Eso era mucho dinero.
Regresé a mi vehículo dispuesto a
abandonar el estado. Ya sabes como funciona esto… Iris Caelum
seguía en mí, pero ya no me molestaba. De hecho se había
convertido en algo a agradecer, y con lo que me sentía seguro y
caliente. Iris Caelum era un antes y un después en mis
experiencias vitales. Algo a lo que no podía dar explicación, pero
me explicaba a mi mismo. ¿Difícil de entender, eh?
A pocos kilómetros de abandonar el
estado, con la luna sobre mí, me crucé con algo inexplicablemente
raro. En una colina próxima se alzaba un solitario edificio que, de
no haberlo soñado esa noche en la que Iris Caelum apareció
en mi vida, jamás hubiese significado absolutamente nada para mí.
No pude evitar desviarme de la ruta,
Harold. La curiosidad podía conmigo y sentía como Iris Caelum me
pedía a gritos hacer una visita en ese misterioso templo de
ladrillos blancos. Así que movido por sensaciones que nunca antes
había conocido, aparqué el coche en un descampado, y caminé hasta
la puerta de ese edificio, que lucía descuidado y maltrecho.
Lo que había en su interior me dejó
sin palabras… decenas y decenas de niños solos y enfermos me
miraban desde todos los rincones de esa extraña iglesia abandonada.
Y el único adulto que les acompañaba también se veía enfermo y
demacrado, sentado sobre ese altar blanco en el que yo me arrodillaba
en mis oníricas. Al parecer, eso era un antiguo orfanato en muy
malas condiciones. Lleno de gente que nunca había llegado a conocer
la suerte.
En ese instante salí de allí y miré
al cielo nocturno pensando en hacer un verdadero disparate. “Iris
Caelum ¿Qué debo hacer ahora?” grité al firmamento. Una
bandada de pájaros apareció en el lejano horizonte y empezó a
posarse sobre el techo del edificio. Rompiendo el silencio sepulcral
de esa noche. Entonces lo tuve claro de verdad. Por muy
incomprensible que fuesen mis actos, agarré todo el dinero que había
desenterrado esa misma tarde, y se lo entregué a aquella gente cuya
vida había sido un infierno. Dólar a dólar… centavo a centavo.
Todo.
Seguramente pensarás que me volví
loco esa noche. Tampoco podría convencerte de lo contrario. Todo el
dinero suficiente para diez vidas enteras, regalado… menuda locura.
¿Pero sabes? ¿Para qué quería yo todo ese dinero? Tras todo lo
sucedido durante ese viaje, me di cuenta de que no necesitaba nada
más si Iris Caelum permanecía acompañándome e iluminándome
en las aventuras que todavía estaban por venir. Dando un sentido a
mis labores.
No espero que lo entiendas, pero ya
nos veremos algún día, amigo.
Anónimo
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada