diumenge, 4 de febrer del 2018

IRIS CAELUM

Querido Harold:

Amigo mío, sé de sobras que siempre has sido una persona escéptica, más nunca has creído nada que tus ojos no te hayan podido demostrar, y ni siquiera así te has permitido confiar; pero si hoy escribo estas palabras, es para contarte algo que va más allá de mi propio entendimiento y raciocinio, y sin embargo me ha cambiado la vida.

Hace cosa de un par de meses, tras el último atraco al banco central de Dashville, si no me falla la memoria, tuve un sueño extraño:

Me hallaba completamente solo en un misterioso templo, patrimonio de una religión que desconozco por completo y que, de hecho, es muy probable que ni exista en el mundo real. Yo estaba allí arrodillado ante una especie de altar de madera blanca, y aun ser abiertamente ateo, no tenía intención de marcharme… al parecer, estaba allí por voluntad propia; creo que estaba esperando a alguien o a algo. Yo rezaba unas misteriosas palabras constantemente… no entendía por qué, ni qué significaban, pero lo hacía sin parar… Iris Caelum. Juraría que eran exactamente estas.

No sé si tienen algún significado auténtico. Solamente logré descubrir que Iris es el nombre de una divinidad griega, y Caelum significa “cielo” en latín antiguo. Una mezcla desconcertante, la verdad… todavía me pregunto cómo mi mente pudo proyectarme estas palabras en sueños si nunca antes en mi vida las había escuchado, y mucho menos usado. Tampoco me obsesioné demasiado en darle un sentido etimológico a todo eso, así que en ese instante decidí dejar de darle importancia.

Unos cuatro días más tarde, la policía del estado llamó a la puerta de la habitación del motel donde me hospedaba. Entonces me asusté bastante, pues aun saber que allí no tenía ninguna evidencia física que me incriminase sobre mis delitos de antaño, ser un fugitivo y encontrarme cara a cara con la pasma no podía llevar a nada bueno.

Un tal agente Nolan me estaba esperando fuera de la sala. Un tipo sarcástico… un tanto frío. Cuando le invité a entrar, empezó a hablarme sobre el tiempo, vinos de la zona, algún que otro atraco masivo… . No hace falta que cuente lo incómodo que me sentía en ese instante, recibiendo todo tipo de acusaciones disfrazadas de ironías de un policía sin pruebas suficientes para detenerme. Me dejó una fotografía sobre la mesilla del salón. “A ver si te dice algo” me dijo antes de partir, mientras se encajaba las gafas de sol en su cara burlesca. “Volveremos a vernos dentro de una semana”.

Llevaba mucho tiempo esperando a recibir esa fotografía. Y haber convertido a ese estúpido agente en nuestro mensajero de correos, resultaba tan humillante que daba hasta cierta risa y vergüenza ajena. En esa fotografía se encontraba el paradero exacto donde mis compañeros de crimen, que al parecer ya habían sido detenidos, escondieron todo el botín tras el último atraco: el patio trasero de un viejo y lejano bar de carretera llamado “Rottenmount's Cantine”.

Que esa fotografía hubiese llegado tan fácilmente a mí, parecía un exagerado golpe de suerte. Una amable jugada de un destino caprichoso que esta vez había decidido sonreírme. Sin embargo esas misteriosas palabras regresaron a mi mente como por arte de magia… ¿¡Y si Iris Caelum tenía algo que ver con todo esto!?

Sin tiempo que perder, preparé mi coche con todo aquello que podría hacerme falta durante la travesía que me aguardaba. Ropa de recambio, un mapa del estado, algo de agua… pero ese extraño nombre que se había manifestado en mis sueños seguía persiguiéndome allí donde yo iba, así que sin opción alguna, también tuve que cargarlo en mi coche.

Ya llevaba varias horas conduciendo por el basto desierto norte-americano y no hallaba escondite de Iris Caelum. Era tan sumamente abstracto que me estaba empezando a asustar, pues aun estar totalmente solo en mi coche, podía sentir desde muy cerca sus suaves manos guiándome por esa infinita carretera. Indicándome el camino correcto que seguir. Ya casi manejando el volante por mí.

Mi corazón dio un giro cuando a media ruta me encontré con un imprevisto control policial rutinario. Nada que temer a menos que lleves un coche robado y seas un fugitivo de la ley en busca de un botín, fruto de un reciente atraco de gran escala… . Los agentes me obligaron a parar, y me pidieron esa documentación de la que yo no disponía. Pensaba que ya no tenía escapatoria, y tengo que admitir que por un momento se me ocurrió huir de un volantazo; aunque no hubiese llegado nada lejos.

La situación cambió de repente cuando una leve brisa rozó mi oreja insinuándome que ella ya se encargaba de todo… tal vez creas que deliro, Harold, pero puedo jurarte por lo que más quiera, que en ese preciso instante, milagrosamente, un camión de mercancías se accidentó con dureza contra una central petrolera muy cercana, y la policía tubo que dejarme marchar y ocuparse de ello. Esta vez estaba claro: Iris Caelum estaba aquí conmigo, y me acababa de salvar.

Arranqué el coche riendo a poderosas carcajadas, dominado por la adrenalina de la situación, y un macabro sentimiento de absoluta confusión inyectándose en mis venas. “¡Bendita seas Iris Caelum!” grité eufórico mientras cada vez estaba más cerca de mi destino.

Entonces me di cuenta de todo: Iris Caelum estaba en todas partes. Iris Caelum se encontraba en los primeros rayos de luz de la mañana que alumbraban mi eterno camino… Iris Caelum estaba en esos pájaros que volaban siempre en esa dirección que yo necesitaba encontrar… Iris Caelum era todos y cada uno de los baches que hacían de mi viaje, una verdadera aventura. Con Iris Caelum me di cuenta de que ya no tenía nada que temer.

Llegué a Rottenmount's Cantine cuando el Sol ya descendía por el oeste, y esa misteriosa fuerza que me abrazaba ya me tenía una resistente pala de acero preparada en el patio trasero del local. Esperé en el coche hasta que vi como los últimos clientes abandonaban el establecimiento, y las luces de la cantina se cerraban por completo para finalizar la jornada. Entonces empecé a actuar silenciosamente.

En poco menos de una hora ya había desenterrado todos aquellos paquetes llenos de dinero que mis compañeros habían enterrado semanas atrás. Eso era mucho dinero.

Regresé a mi vehículo dispuesto a abandonar el estado. Ya sabes como funciona esto… Iris Caelum seguía en mí, pero ya no me molestaba. De hecho se había convertido en algo a agradecer, y con lo que me sentía seguro y caliente. Iris Caelum era un antes y un después en mis experiencias vitales. Algo a lo que no podía dar explicación, pero me explicaba a mi mismo. ¿Difícil de entender, eh?

A pocos kilómetros de abandonar el estado, con la luna sobre mí, me crucé con algo inexplicablemente raro. En una colina próxima se alzaba un solitario edificio que, de no haberlo soñado esa noche en la que Iris Caelum apareció en mi vida, jamás hubiese significado absolutamente nada para mí.

No pude evitar desviarme de la ruta, Harold. La curiosidad podía conmigo y sentía como Iris Caelum me pedía a gritos hacer una visita en ese misterioso templo de ladrillos blancos. Así que movido por sensaciones que nunca antes había conocido, aparqué el coche en un descampado, y caminé hasta la puerta de ese edificio, que lucía descuidado y maltrecho.

Lo que había en su interior me dejó sin palabras… decenas y decenas de niños solos y enfermos me miraban desde todos los rincones de esa extraña iglesia abandonada. Y el único adulto que les acompañaba también se veía enfermo y demacrado, sentado sobre ese altar blanco en el que yo me arrodillaba en mis oníricas. Al parecer, eso era un antiguo orfanato en muy malas condiciones. Lleno de gente que nunca había llegado a conocer la suerte.

En ese instante salí de allí y miré al cielo nocturno pensando en hacer un verdadero disparate. “Iris Caelum ¿Qué debo hacer ahora?” grité al firmamento. Una bandada de pájaros apareció en el lejano horizonte y empezó a posarse sobre el techo del edificio. Rompiendo el silencio sepulcral de esa noche. Entonces lo tuve claro de verdad. Por muy incomprensible que fuesen mis actos, agarré todo el dinero que había desenterrado esa misma tarde, y se lo entregué a aquella gente cuya vida había sido un infierno. Dólar a dólar… centavo a centavo. Todo.

Seguramente pensarás que me volví loco esa noche. Tampoco podría convencerte de lo contrario. Todo el dinero suficiente para diez vidas enteras, regalado… menuda locura. ¿Pero sabes? ¿Para qué quería yo todo ese dinero? Tras todo lo sucedido durante ese viaje, me di cuenta de que no necesitaba nada más si Iris Caelum permanecía acompañándome e iluminándome en las aventuras que todavía estaban por venir. Dando un sentido a mis labores.

No espero que lo entiendas, pero ya nos veremos algún día, amigo.


Anónimo

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada